REGRESO DE UN FENÓMENO JUVENIL

Justin Bieber, sigan al líder

El cantante canadiense confirmó en el Palau Sant Jordi que el ídolo de adolescentes ha dado paso a una estrella pop segura de sí misma El concierto se basó en su nuevo disco, 'Purpose'

Justin Bieber, durante su actuación en el Palau Sant Jordi de Barcelona.

Justin Bieber, durante su actuación en el Palau Sant Jordi de Barcelona. / periodico

JORDI BIANCIOTTO / BARCELONA

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El cronista es consciente de que el lector puede tomárselo a risa, pero el Purpose tour, Purpose tourque anoche pasó por el Palau Sant Jordi, es la lanzadera de Justin Bieber como estrella pop duradera. Si funciona, es posible que dentro de unos años se recuerde estos shows como el comienzo de todo. Falta, eso sí, que se dé por enterado el conjunto del público potencial del pop mainstream, y no solo las adolescentes, que anoche fueron mayoría en Montjuïc.

Ah, a veces las niñas han sido la vanguardia: recordemos a los Beatles. Bien, Bieber quema etapas a gran velocidad y guarda poca memoria de sus vidas artísticas anteriores. Concierto basado en Purpose, disco interpretado casi en su integridad, con el que nos dice que tiene un plan: brindar un corte de mangas a quienes se burlaron de él tachándolo de juguete efímero.

El canadiense parece prescindir de algunas reglas universales, empezando por la cordialidad con los fans, la mano que te da de comer. Poco antes de comenzar el concierto, propinó un puñetazo a un seguidor que se le acercó cuando entraba en su coche con la ventanilla bajada, informó Europa Press. Bieber, haciendo amigos. Tampoco la puntualidad es su especialidad, y no porque el concierto comenzara tarde, sino porque echó a andar ocho minutos antes de la hora prevista.

En otro orden, si lo corriente es que la estrella vista ropas relucientes y el cuerpo de baile, uniformes discretos, con Bieber es al revés: la tropa de bailarines-animadores-acróbatas irrumpió embutida en cuidados diseños de color blanco mientras él lucía una camiseta de los Misfits sin mangas con aspecto de haber sido lavada 14 veces (hipótesis no descartable: cuando se dio la vuelta observamos que la prenda era una reliquia punk de la gira de 1997).

Rumbo galáctico

El escenario emulaba una nave espacial, y Bieber apareció elevándose a bordo de una cabina de cristal mientras entonaba Mark my words con la voz deformada con efecto vocoder. De repente, mucha gente en escena, algo que en esta clase de conciertos siempre es importante, y esa exótica, sigilosa, bomba llamada Where are Ü now, fruto de su alianza con Skrillex y Diplo. Bieber, con gafas de estética setentera Ray-Ban, sin mostrar sorpresa ni impresión por la abrumadora acogida. Puede que estemos en la era de la posverdad, pero también de la posemoción, en la que los ídolos, como Bieber, Beyoncé Rihanna, no se inmutan por nada. Y de la envolvente nocturnidad de I'll show you The feeling a la repesca de Boyfriend, antiquísima, es del 2012. Y una secuencia de Bieber a solas con la guitarra acústica, con Cold water, de Major Lazer, y Love yourself. Entonación notable en ese tramo libre de sospecha de playback. 

Bieber, en modo ordeno y mando dirigiendo explosiones pirotécnicas en Been you, y rumbo, de nuevo, a la cúpula del Sant Jordi montado en una gigantesca plataforma hidráulica. Tras una pausa de intermedio, el cantante emprendió un diálogo con sus fans, pidiéndoles si tenían alguna pregunta como si fuera el maestro de latín. «¿Cómo te ves dentro de diez años?», le preguntó uno. Un segundo de titubeo, y la sentencia: «Siendo un ejemplo y un líder».

Y así, liderando, a su, quizá, abrupta manera, condujo Bieber su noche a su templo del hita golpe de What do you mean?, Baby Sorry, entre imágenes multicolor y humaredas, dejando a su paso la estela de un fenómeno que, incidentes lamentables al margen, parece ganar resolución. ¿Ídolo de adolescentes? Llámenlo pop.