CRÓNICA

Iván Ferreiro, 'Casa' de puertas abiertas

El cantante gallego estrenó su nuevo disco en la sala Barts con un recital generoso en el que desplegó su emotivo imaginario pop

Iván Ferreiro, en su actuación en la sala Barts.

Iván Ferreiro, en su actuación en la sala Barts. / periodico

JORDI BIANCIOTTO / BARCELONA

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La ‘Casa’ de Iván Ferreiro, ese es el título de su nuevo disco, no parece tanto un lugar en el que encerrarte para bajarte del mundo sino el espacio íntimo desde el cual mirar con serenidad la realidad y un poco más allá. Las nuevas canciones del que fuera cantante de Los Piratas no transmiten aislamiento sino apertura de los sentidos y, aunque sus letras sigan haciendo equilibrios entre lo trascendente y lo pretencioso, es difícil negar su  poder emocional, subrayado por su ejecución a cargo de una banda apabullante.

Así lo vimos este miércoles en la sala Barts, que se llenó para un estreno de ‘Casa’ con todas las de la ley: el repertorio del nuevo disco, en su integridad, no de un tirón pero imprimiendo carácter a una sesión generosa que se detuvo en otros momentos de esa carrera en solitario estrenada ya hace algo más de una década.

En esta primera noche de la gira, Ferreiro pidió comprensión ante posibles deslices. “Creo que se me ha ido la olla con la longitud de las letras”, bromeó. No fue el caso, y desde la canción de apertura, ‘Dioses de la distorsión’, la sensación fue de solidez y consolidación de una noción pop madura, de una sofisticación instrumental poco frecuente con la que estimular la fibra sentimental. En la banda, estables puntos de anclaje como Ricky Falkner, Pablo Novoa y Emilio Saiz.

LÍRICA Y AFECTACIÓN

Claro, a veces sus textos te hacen fruncir el ceño. Esas apelaciones cósmicas (“hoy me parece perfecto el sistema solar”) o las confesiones de poeta de guardia en la musicalmente lograda ‘Casa, ahora vivo aquí’: “Vuelvo a casa / en la zozobra de mi corazón / viviendo mundos / en las fronteras de la realidad”. La bonita pero un poco cursi ‘Todas esas cosas buenas’ y las metáforas meteorológicas de ‘Tupolev’ (“el tifón transforma el huracán, la ventisca trae el desencanto”). Un mundo lírico de grandes imágenes, más intensito que intenso, y que en su camino hacia la emoción romántica puede caer en la afectación.

Pero hay más épica en sus textos que en sus músicas, donde prima la serena elegancia, el cultivo de melodías sugerentes y dinámicas muy elaboradas. Hubo cierto esplendor pop adulto en Barts alrededor de piezas nuevas como ‘Laniakea’ y ‘Dies irae’, que convivieron con jaleados rescates de ‘Toda la verdad’, ‘Pájaro azul’ y ‘NYC’, rumbo a los ‘Años 80’ de Los Piratas, en un tramo final dilatado a placer en un ambiente de conquista y plenitud, disfrutando de la escena de esa ‘Casa’ de puertas abiertas.