Diana Krall, un perfume de jazz

La artista lució sus dotes al piano en Peralada en un estilizado recital que se asentó en su repertorio de estándares norteamericanos

Diana Krall, durante su concierto en el festival Castell de Peralada.

Diana Krall, durante su concierto en el festival Castell de Peralada. / ICONNA / JORDI RIBOT PUNTÍ

JORDI BIANCIOTTO / PERALADA

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Hace tiempo que Diana Krall une sus destinos a nuestro circuito de festivales de modo que cuando no la tenemos en Cap Roig es probable que se deje caer por Peralada. Así ha sido este año, en que la muestra del Alt Empordà ha confiado en sus valores seguros, su jazz aromático con vistas al eterno cancionero americano, para envolver de brillos tenues una noche de verano.

Vimos este sábado a la Diana Krall canónica que se sirve de los estándares del género para seducir con su voz cálida, cada vez más arenosa, y sus esbeltas improvisaciones al piano. Una Krall más jazzística que en su último disco, Wallflowerque es más pop que otra cosa con sus coqueteos con Bob Dylan, Randy Newman y Crowded House. Si bien su anterior obra, Glad rag doll, Glad rag dolldio pie a recitales asociados a un concepto, el jazz de los años 20 y 30, esta vez el guión vuelve a ser libre, hasta el punto de que Krall ignoró casi del todo las canciones que grabó hace tan solo un año.

La primera pieza, Just found out about love, del repertorio de Dinah Washington, impuso un dinámico swing que sirvió como lanzadera del grupo, un trío al que Krall dio abundante juego, en particular al guitarrista, Anthony Wilson. La estrella tomó luego la palabra para celebrar encontrarse en un «hermoso lugar» y en «una hermosa noche» y hacer saber su intención de «dar un montón de amor» a través de la música. «¡Ese es mi trabajo!», aseguró antes de sumergirse en su océano de estándares americanos: de All or nothing at all Let's fall in love, títulos que hunden raíces en los cancioneros de gigantes como Frank Sinatra y Ella Fitzgerald y que ella llevó a un territorio anímicamente liviano, de una emotividad más pasajera que trágica, plataforma de improvisaciones de pulcros contornos técnicos. Krall no ha llegado a desarrollarse como compositora (tras su estreno, en tándem con su marido, Elvis Costello, en el 2004 con The girl in the other room) y sus recitales rinden honores a las leyendas del ramo: el Nat King Cole en You call it madness o Irving Berlin, al que citó en tres ocasiones. en Let's face themusic and danceHow deep is the ocean y Cheek to cheek.

CITA A JONI MITCHELL

No hubo esta vez incursiones en temarios tortuosos, como aquel Temptation de Tom Waits, aunque sí cayó una pieza contemporánea, A case of you, de Joni Mitchell (única cita a la cosecha de Wallflower), en la que Krall, sola al piano, brindó un sustancioso registro desamparado, quizá sintiendo nostalgia de su tierra canadiense. En contraste, el swing de Deed I do, muy acelerado en Just you, just me, dando pie a improvisaciones a cuatro bandas. En los compases finales, la teatral Boulevard of broken dreams y la bonita y ligera Just like a butterfly that's caught in the rain, estrofas de melancolía y romanticismo bañando suavemente la grada de Peralada.