Triunfo del Flórez más popular

El tenor peruano acabó imponiendo su clase en el Festival Jardins de Pedralbes a pesar de los problemas causados por la amplificación

Juan Diego Flórez, en el Festival Jardins de Pedralbes.

Juan Diego Flórez, en el Festival Jardins de Pedralbes. / FERRAN SENDRA

CÉSAR LÓPEZ ROSELL / BARCELONA

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Juan Diego Flórez acabó imponiéndose a los elementos. Le costó al mediático tenor peruano calentar el ambiente en su debut, la noche del martes, en el Festival Jardins de Pedralbes. Las dificultades de una amplificación mal ajustada impidieron en la primera parte que la cautivadora voz del rey de la coloratura llegara con naturalidad al elegante auditorio al aire libre de la muestra barcelonesa. Una mejora de las condiciones acústicas tras el descanso, pero sobre todo un programa inteligentemente diseñado para las características de espacio, acabó decantando la balanza hacia el triunfo del artista y el de la ascendente soprano canadiense Joyce El-Khoury que le acompañaba en el cartel.

Los cerca de 1.500 espectadores que acudieron a la tercera cita del artista con Barcelona esta temporada empezaron a notar las citadas dificultades con la pieza de ‘L’Arlésienne’ de Bizet, interpretada por la Arts Symphony Ensemble. El sonido de la orquesta, dirigida por Guillermo García Calvo, llegaba con desagradables reverberaciones antes de que Flórez apareciera en escena para enfrentarse al repertorio más operístico de la velada iniciado con un primer bloque dedicado a ‘Romeo y Julieta’ de Gounod.

La luminosa aria ‘Ah! Léve toi soleil’, con la que el tenor siguiendo a su referente Kraus arrasa en recintos cerrados, no consiguió romper el hielo. Lo propio le sucedió a la soprano con ‘Je veux vivre’. Sus nítidos pero metálicos agudos tuvieron que superar la barrera microfónica. El precioso dúo ‘Nuit d’hyménée’ de la misma ópera también se vio afectado por el mismo problema. Faltaba calidez, a pesar del esfuerzo de ambos intérpretes que se prodigaron besos y arrumacos para reforzar el romanticismo de esta y sucesivas piezas.

Y así llegamos a Verdi. El tenor ofreció la primicia de la alegre y bella aria de ‘I Lombardi’, ‘La mia letizia infondere’, y El-Khoury con una pìeza de ‘I vespri siciliani’. El remate con ‘Parigi, o cara’ de ‘La traviata’ cerró, sin acabar de prender la emoción, un bloque que dejaba en el aire el resultado de la velada. Pero bastó con eliminar uno de los micros del escenario y suavizar el volumen de la amplificación de los cantantes para que las cosas mejoraran en la continuación. A ello contribuyó, y no poco, la aparición del Flórez más popular.

El cantante entró con napolitanas y el personal empezó a vibrar. ‘Mattinata’, ‘Marecchiare’ y el explosivo ‘O sole mio’ provocaron los primeros bravos. Pero donde el color y el aterciopelado tono de su registro más alto brillaron con fuerza fue en el belcantismo de ‘Una furtiva lagrima’, de ‘L’elisir d’amore’, y en la verdiana ‘La donna é mobile’. En ell romántico dueto ‘O soave fanciulla’ de ‘La bohème’ fue donde mejor mezclaron las voces de la pareja, después de que la soprano demostrara su incipiente talento con otra aria de Puccini y entrara en las propinas con la infalible ‘O mio babbino caro’ del mismo autor.

Pero Juan Diego tenía ganas de apoteosis final. Le quedaba una carta que jugar y la empleó a fondo. Después de entusiasmar, a dúo, con el tango ‘El día que me quieras’ se dirigió al público. “A estas horas debería estar durmiendo”, dijo, pero luego les invitó incluso a bailar y gozar con un popurrí de canción suramericana, que le permitió lucir un impecable timbre de ‘crooner’ nada fácil de encontrar en otros tenores. El público, ya muy participativo, coreó éxitos como ‘Guantanamera’ y la fiesta acabó en paz.