CUENTA ATRÁS DEL FESTIVAL DE MÚSICAS AVANZADAS (2)

Niño de Elche: "Canto contra el capitalista que llevo dentro"

El cantaor, 'performer' y activista Francisco Contreras estrenará en el Sónar 'En el nombre de' con Los Voluble

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t el niño de elche y los volubles / periodico

ROGER ROCA / BARCELONA

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Junto al colectivo audiovisual Los Voluble, el cantaor, cantante, 'performer' y activista Francisco Contreras, Niño de Elche, sacudió el Sónar 2015 con el estreno de 'Raverdial', cruce techno de batalla y flamenco con alta carga política. El viernes 17 (18.30 horas), Niño de Elche y Los Voluble vuelven al Sónar con un nuevo proyecto, 'En el nombre de', esta vez dedicado a lo fronterizo.

Después de 'Raverdial' ha accedido a circuitos más grandes. ¿Teme convertirse en la cuota incómoda, en “el artista político” de los grandes acontecimientos? Es inevitable y yo no lo puedo controlar. Pero también es un arma que tenemos cuando nos contratan para hablar de según qué cuestiones. 

En el Sónar presentan 'En el nombre de', que gira alrededor de la idea de las fronteras y el drama migratorio del Mediterráneo como telón de fondo. Los Voluble tienen lo fronterizo muy trabajado. Yo, más que trabajado, lo tengo vivido, porque al fin y al cabo está en la vida de cualquier ser. Queríamos tratar el tema ampliamente, no sólo como una cuestión migratoria, aunque no se puede obviar el momento histórico. En la música siempre se defiende “lo atemporal”. Pero somos hijos de nuestro tiempo, y ahí es donde reside la contemporaneidad de un proyecto.

¿Qué papel tiene la palabra en este proyecto? Usamos un poema muy bonito de Ignacio Miranda del que hemos sacado frases como "el miedo protegido por el miedo", que habla muy bien de esa concepción del miedo como algo fronterizo. Y también textos inéditos del filósofo feminista Paul B. Preciado, que para mí es un referente y trata lo transfronterizo y la identidad desde un prisma muy lúcido.

¿Por qué nunca usa textos propios? Me gusta mucho leer, encuentro cosas maravillosas y no tengo la necesidad de firmar nada con mi nombre, pero no siento que por eso lo que canto sea menos sea mío. Aunque ahora estoy escribiendo un libro.

¿Qué es Europa a día de hoy? Yo soy un exciudadano que no cree en el concepto de Europa. Me parece una barbaridad. Como cuando hablamos de España. ¿Qué es? ¿Un territorio, una nación, un sentimiento, una comunidad, unas costumbres? ¿O una estrategia económica? Porque ahí lo puedo entender un poco más. Lo que al final sé es que todo eso siempre va en contra de la gente más vulnerable.

¿Cuáles son las mayores contradicciones a las que se enfrenta como artista activista? Me dicen: “tú cantas en contra del capitalismo”. Pero yo creo que canto más en contra del capitalista que llevo dentro, y lógicamente en esta vida no voy a  poder vencerlo, eso lo tengo clarísimo. Hay una frase del filósofo Santiago López Petit que repito mucho. “Vivimos dentro del vientre de la bestia”. Mi mecanismo de supervivencia, no solo ante la industria sino frente a la vida en sociedad, son estos proyectos, estas prácticas artísticas, juntarme con cierto tipo de personas.

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El otro día frente al Primavera Sound se convocó la primera asamblea del que quiere ser un nuevo sindicato de músicos. ¿Qué le sugiere? Hay algo que a nivel muy general creo que todavía no se ha entendido: reconocer que vives dentro del vientre de la bestia, o que vives en la derrota, te da un espacio de libertad que va mucho más allá que la lucha quijotesca o que pedir más parte del pastel, que es la estrategia que utilizaron los movimientos de izquierdas clásicos de los años 70. Yo soy más del pensamiento libertario, de trabajar desde las grietas que los sistemas tienen.

En esa asamblea se habló del reconocimiento del músico como trabajador. Si crees que la única forma de sostenibilidad para un músico es su reconocimiento desde un punto de vista laboral, como le pasó a la filosofía en su momento, yo no estoy en esa onda. Yo creo en prácticas artísticas que son más mágicas que todo eso. La valoración material del arte me parece absurda.

Trabaja con músicas tan dispares como la electrónica y el flamenco y con disciplinas muy distintas. ¿Hay algún material que le imponga más que otros? No sacralizo nada. El cuidado lo pongo en cómo utilizar los materiales en pro del discurso y de lo que quiero contar.

Hace un tiempo decía que sus líneas rojas eran la SGAE, el estado de Israel y las plazas de toros. ¿Han cambiado? Bueno, se han afianzado. (se ríe) De Israel me han llamado un par de veces y no he ido, porque si es un tema que realmente te ha arañado de verdad al final acabas diciendo que no. Como la SGAE o la situación policial. Son cosas que van más allá del pensamiento, es tu cuerpo el que dice que no.