CRÓNICA DE CONCIERTO

Quimi Portet, poeta de la tribu

El cantante y guitarrista combinó crudeza rockera y mística emotiva en la presentación de 'Ós bipolar' en Barts

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JORDI BIANCIOTTO / BARCELONA

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El 'Ós bipolar' de Quimi Portet caminó este jueves por la sala Barts (festival Guitar BCN) mostrando su desdoblamiento de personalidad: poética y tribal, graciosa pero trágica, expresada a través de dulces acordes acústicos y de arrebatos rockeros de garaje. Un Portet que, ocho discos después del adiós de El Último de la Fila, condensó sus artes de solista en un concierto que solo él y nadie más podría dar, con su meticuloso desvarío, sus 'hits' intercomarcales y su discreta emotividad.

Portet ha reducido su cuarteto a trío, con la guitarra de Jordi Busquets y la batería, he aquí una novedad, de Ángel Celada, reencontrado en la operación rescate de Los Rápidos y Los Burros. Sin bajo, pues, y cubriendo esos tonos graves con robustas pulsaciones de guitarra a cuatro manos: el voluminoso modelo con caja acústica manejado por Portet y la eléctrica con pedalera de Busquets. Abrieron con material introspectivo del nuevo disco, 'Ós polar' y 'Pamela', modulando el tono hacia un rock más primitivo en 'Dones nues' y acudiendo al country & western de 'On vas cowboy?'. "Una canción para la reflexión. No todo tiene que ser frivolidad", ironizó.

GUITARRAS DE CHOQUE

Un Portet que se puso serio para advertir a quienes pudieran esperar un desenfadado recital interactivo que habían venido engañados. "Ja no ho fem això". El humor y la complicidad corrían por dentro y estallaron con efecto retardado. En el camino, rescates disfrutables: 'Paisatge amb anxova', 'Flors i violes' y el homenaje a Francesc Pujols, "dedicat al mestre Sisa", presente en la sala. El momento de 'crooner' tragicómico de 'Sunny day', con Joan Miquel Oliver a la guitarra, que subió corriendo desde la platea. Estridentes choques de guitarras en 'Daisy (Al·leluia)' y el rito selvático de 'Sabadell', con los pautados alaridos de los fans y su final 'techno-trance'.

La sombra de trascendencia parece hacer sentir incómodo a Portet, de un modo que sus recitales están envueltos en un aura de informalidad o relativismo cuando sus canciones no solo están minuciosamente construidas sino que pueden desprender una extraña inquietud ('Tinc una bèstia dintre meu') o un rastro de melancolía: 'Homes i dones del cap dret', su lamento por una Catalunya paisajísticamente destartalada, "d’atrotinada dignitat". Esas piezas brillaron en un tramo final que basculó entre la fiesta de 'La rambla' y el enigmático punto y final con 'La música dels astres'. Anhelando las canciones de "un altre temps, un altre lloc, una altra vida", del rock’n’roll a una mística ingravidez.