CONCIERTO

Joana Serrat, una tenue emoción

La cantautora de Vic fundió con delicadeza esencias folk norteamericanas y dinamismo pop en la puesta en escena de 'Cross the verge' en Apolo

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JORDI BIANCIOTTO / BARCELONA

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Sin formar parte de ninguna tendencia moderna en particular más allá de su adscripción a la activa, pero muy diversa, escena de Osona, Joana Serrat ha desarrollado una propuesta de contornos clásicos, en inglés, con raíces en el folk americano y abierta a la melodía pop, que se ha ido ganando al público. El buen aspecto, este viernes, de la sala grande de Apolo, pareció sorprenderla a ella misma ("fa molt de goig!") y alimenta la idea de que cada artista debe crear su propio modo de establecer vínculos sin atenerse a carriles prefabricados.

Serrat evoluciona con rapidez, no en el sentido de cambiar de estilo o sorprender con nuevos hallazgos de la estética musical sino en el de madurar y convertir en antiguas unas canciones que no tienen más de dos, tres o cuatro años y que ya deben dejar paso a las nuevas. Así que, si bien en su día dijo que 'Dear great canyon' (2014) era el disco de su vida, quizá haya dejado de serlo, puesto que en Apolo lo citó muy poco y se centró en el nuevo, 'Cross the verge', a partir de la pieza que lo abre, 'Lonely heart reverb'.

PINCELADAS COUNTRY

Canciones que despliegan ese gusto por la raíz norteamericana combinando climas envolventes, de suave melancolía, con brotes de instinto luminoso, evitando una recreación en la oscuridad, y valiéndose del quinteto conocido familiarmente como The Great Canyoners. Con un 'pedal steel' omnipresente, que enfatizó la pincelada country en 'Saskatoon (Break of a dawn)' y 'Solitary road', y cuidando de elaboradas texturas con tendencia onírica, como 'Desert valley', o gótica, caso de ese 'Black lake' que en el disco canta Neil Halstead (Slowdive, Mojave 3).

Del cruce de la esencia americana con el pop más esbelto brotaron 'Tug of war' o 'Cloudy heart', pieza esta que encajaría en la facción más 'roots' de The Lemonheads. Y 'Green grass', uno de los pocos rescates del disco anterior. Modulaciones que en ningún momento resultaron bruscas, conducidas por una voz solista de naturaleza suave, confidente, que se acercó al recogimiento de una Dolores O’Riordan en 'Cross the verge', pero ahorrándonos su tendencia al grito.

El origen de esas canciones es una Serrat a solas con su guitarra, y ahí volvió cuando, en los bises, se valió de la acústica en 'Your gold could be mine' y de un modelo eléctrico en la canción más antigua de la noche, 'Sharing wine (A summer tale)'. Cinco años. Sin duda, una eternidad.