Metaficción sangrienta

Todd Strauss-Schulson dirige la sorprendente e inventiva comedia de terror 'The final girls'

El director Todd Strauss-Schulson, ayer en Sitges.

El director Todd Strauss-Schulson, ayer en Sitges.

JUAN MANUEL FREIRE / SITGES

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¿Recuerdan La Rosa Púrpura del Cairo, aquella película de Woody Allen en la que un personaje de cine salía de la pantalla para probar el mundo real? The final girls, sorpresa de la competición de Sitges, sigue esa línea, aunque a la inversa: aquí la aventura empieza cuando unos jóvenes de hoy en día traspasan la pantalla para verse atrapados en una película de cuchilladas, variedad campamento, de aquellos maravillosos 80.

Hay más violencia que en el clásico de Allen, pero The final girls no es una colección de muertes. Lo que interesaba al director Todd Strauss-Schulson era hablar sobre «la pérdida y cómo superarla. Las ambiciones del filme son profundas». 

La película que atrapa a los héroes fue, en los 80, el único éxito de la actriz Amanda Cartwright (Malin Akerman), fallecida al principio de The final girls en un accidente. Su hija, Max (Taissa Farmiga), en la aventura metaficcional una forma de reencontrarse con el pasado y atar algunos cabos emocionales.

Strauss-Schulson filma este trip delirante con inventiva visual poco habitual en la comedia actual. «El único director de comedia con ideas visuales es Edgar Wright», afirma. «Y Wes Anderson. El resto de comedias son fotografías de gente de pie, hablando. No sé en qué momento comenzó a pasar esto, pero también se ve en el drama o la acción».

Es fácil ver a un director, a un gran director, detrás de cada plano. Lo que no significa que Strauss-Schulson no sepa aprovechar el talento improvisatorio de sus actores, grandes de la comedia como Thomas Middleditch, Adam Devine… «Hay chistes improvisados. También el baile de Angela Trimbur es improvisado. Si aciertas a controlarla, sin dejar que ralentice el ritmo, la improvisación es un ingrediente fantástico; aporta electricidad».

The final girls pide a gritos (nunca mejor dicho) una secuela. «Pero eso depende de los periodistas y del público. Si existe un montón de gente que defiende el filme o paga por ir a verlo, podemos vernos con unos señores en Los Ángeles para proponer otra entrega. Tenemos ideas».