Adrià Puntí sale de su desierto
El excantante de Umpah-Pah publicará en octubre, 13 años después de 'Maria', un compacto y un disco-libro
El que probablemente sea el disco más esperado, deseado y suspirado de la música catalana del siglo XXI, aquel sobre el que más se ha especulado, y durante más tiempo, el relevo de Maria (2002), de Adrià Puntí, será pronto realidad. Esta vez va en serio, y el exlíder de Umpah-Pah lo tendrá listo en octubre. Aunque no es del todo preciso hablar del «nuevo disco» de Puntí: se trata de dos lanzamientos simultáneos, un compacto, La clau de girar el taller, y un libro-disco, Enclusa i un cop de mall, con contenidos sonoros coincidentes solo en parte.
Será la culminación de un camino cuyos inicios se sitúan en el 2004, cuando Puntí comenzó a grabar canciones con cómplices como Enrique Bunbury (que dos años atrás había incluido una pieza suya, Sí, en su disco Flamingos) y su productor habitual, Quimi Portet. «He atravesado un desierto. Durante mucho tiempo me preguntaba: ¿qué puedo escribir que en primer lugar me interese a mí?», explica a este diario el cantante, pianista y guitarrista de Salt, que dice mantenerse cerca de las canciones de Umpah-Pah. «Me encanta escucharlas. Me hacen reír mucho. Y también llorar». Puntí se mantiene este verano alejado de los escenarios, mientras ultima las nuevas obras, distanciamiento que este viernes romperá con un recital singular en el ciclo Concerts al Fòrum Romà, en Empúries (L'Escala, 22.00 horas).
La travesía, la sequía creativa, paralela a convulsiones personales y familiares, han concluido y Puntí maneja un repertorio de 39 canciones de estreno, la mayoría de las cuales, seguramente 31, serán incluidas en estos nuevos trabajos. La producción la firma él mismo, y Bunbury y Portet intervienen como músicos, junto a sus cómplices en los conciertos de los dos últimos años y los integrantes del Girona Jazz Project. Será un material que su creador ve «muy rockero», compuesto tanto con la guitarra como con el piano. «Hay canciones cortas, de tres minutos, y otras bastante largas, con un concepto un poco sinfónico, aunque sin ser sinfónicas, pero con un punto conceptual a lo Genesis o Pink Floyd. Como aquellas piezas que duraban una cara entera de un álbum», explica.
Viaje interior
Puntí describe el material como «muy cinematográfico», y señala que «cuenta una historia». Obra, u obras, conceptuales, pues, pero, ¿sobre qué? Bien, el músico no es muy explícito al respecto, pero hay que situar el punto de partida en una de sus canciones antiguas, Viatge d'un savi vilatrista cap enlloc, del disco Maria. El nuevo repertorio «tiene que ver», indica, con esa composición, que hace referencia a una singladura iniciática, un viaje interior no exento de cierto fondo absurdo.
El título de La clau de girar el taller alude a una novatada que, cuenta, se gasta en muchos talleres: la llave no existe y el aprendiz pierde el tiempo mientras sus compañeros de desternillan. «Ahí hay un homenaje a mi padre», confiesa Puntí, que en Maria apuntó a otra inspiradora figura familiar, su madre. La treintena de canciones nuevas dan forma a algo parecido a un cuento, señala. «Por eso me hubiera gustado que los discos no tuvieses tracks, y que las canciones sonaran seguidas, sin separaciones, pero en la industria discográfica actual no te puedes permitir este tipo de cosas», lamenta.
Los discos, apunta, «se pueden entender por separado, aunque si te quedas solo con uno no acabas de verlo todo». Entre las canciones figuran piezas con títulos como Flor d'un dia («muy especial, dará que hablar a los periodistas»), Esbrina, La prova del nou, Sardana en un blues... Pero Puntí pone énfasis en que el proyecto en su conjunto, los dos lanzamientos, incluyen más que canciones. «Recupero la parte del dibujo y las fotografías, y la más poética», destaca.
Encuentro accidental
Los trabajos verán la luz después de que Puntí haya dejado atrás su vínculo con la discográfica Picap y fichado por Satélite K. Operación en la que interviene el azar con, de nuevo, un guiño al absurdo: Puntí y el responsable de este sello, Enric Pedascoll, se vieron envueltos en un accidente de tráfico sin trascendencia en la localidad de Bujaraloz (Zaragoza), y descubrieron sus identidades a la hora de hacer el papeleo. Una vez formalizado el parte amistoso, comenzaron a hablar de proyectos y así, de ese extraño modo, se fue concretando el retorno discográfico de Adrià Puntí. Un doble lanzamiento que muestra al músico seguro de sí mismo. «Si algo tengo claro, a la edad que tengo, es lo que es arte y lo que no lo es», desliza, antes de rematar la sentencia con una risotada: «¡Toma ya!».
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