Un Sting clásico y rejuvenecido

CRÓNICA El músico recorrió éxitos de The Police y en solitario en la apertura de Cap Roig

Sting, en un momento de su actuación en el Festival Jardins de Cap Roig, anoche.

Sting, en un momento de su actuación en el Festival Jardins de Cap Roig, anoche.

JORDI BIANCIOTTO / CALELLA DE PALAFRUGELL

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clásicos modernos del pop uno detrás de otro, en la más detallista factura y con una figura carismática al frente, luciendo aptitudes vocales y pedigrí escénico. Esa fue la manera elegida por el Festival Jardins de Cap Roig para estrenar su nueva edición, que brinda una veintena de conciertos a lo largo de las próximas cinco semanas. En un auditorio lleno, Gordon Sumner, Sting, lució anoche sus trofeos, un repertorio con el que viajó desde los días de The Police, el grupo con el que, a finales de los 70, conoció la fama, hasta los éxitos de su obra en solitario.

Un Sting de signo pop, diáfano, acaso tántrico, rejuvenecido por el contacto del material más vitalista de sus primeros tiempos, y en diálogo continuo con el hit. Alejado de sus últimas aventuras en el campo del musical teatral, el folk o los formatos orquestales (aquel Symphonicities con el que visitó el Sant Jordi hace cinco años y el propio Cap Roig hace cuatro). Dando a su público lo que desea, un set de éxitos, modalidad a la que Sting ha sido siempre reacio. Repertorio, en buena medida, de una época en que la radio y la televisión podían construir canciones de gran impacto, como las que abrieron la noche: If I ever lose my faith in you (de su disco en solitario más citado en el recital, Ten summoner's tales, de 1993), Englishman in New York y dos rescates de sus tiempos en The Police, Every little thing she does is magic y un So lonely con vigor power-pop.

Sí, las canciones que grabó con Andy Summers y Stewart Copeland tuvieron un inédito peso en el concierto, la mitad del repertorio, insinuando que los tiempos de las líneas divisorias entre aquel pasado y la obra nueva y fresca quedan atrás. Sting asume aquellas canciones, suyas al fin y al cabo, como parte de una noción global de su carrera. Ya no hay combate con el pasado, pareció decirnos el músico, que mostró un aspecto relajado, con camiseta y barba hipster. «All my Catalan is 'bona nit'», anunció. En castellano practicó un curioso desfase: de saludar la noche pasamos a un «buenas tardes». Pocas palabras y mucha música.

UN TOQUE DE JAZZ / Las canciones de The Police sonaron con un plus de técnica respecto a los viejos tiempos, y algunas licencias: When the world is running down, you make the best of what's still around incorporó en sus andamiajes funky una improvisación de piano eléctrico de tonos jazzísticos a cargo de ese portento llamado David Sancious (el teclista de Born to run, de Bruce Springsteen, entre otros muchos episodios; «el músico de los músicos», le calificó Peter Gabriel). El toque más atrevido lo dio un violín, instrumento del todo ausente en la obra de The Police, manejado por Peter Tickell, a quien el jefe dio permiso para insertar un solo en la corpulenta Driven to tears. 

De The Police al Sting solista, alternando Walking on the moon Message in a bottle con Fields of gold y un The hounds of winter donde quien se lució fue la corista, Jo Lawry, que luego aportó su color vocal al estribillo de otro éxito del grupo, De do do do, de da da da, conducida hacia la jam por Sancious. Pop impetuoso, pues, y giros jazzísticos que hacían pensar en aquel Sting de su primer disco individual, The dream of the blue turtles.

Roxanne y unos bises que acudieron a Every breath you take Fragile ante una audiencia volcada, entre la que se vio a los consellers Boi Ruiz y Meritxell Borràs. Laureles pop como pórtico de un nuevo Cap Roig.