Cunillé y Albertí se desmelenan

CRÓNICA La hilarante farsa 'El carrer Franklin' triunfa en el TNC con el director de travestido

Albertí, Lambert y Esteve, en la divertida farsa 'El carrer Franklin'.

Albertí, Lambert y Esteve, en la divertida farsa 'El carrer Franklin'.

IMMA FERNÁNDEZ / BARCELONA

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Travestido (como su Wanda Pitrowska de Taxi... al TNC! y Per començar, sarsuela), enseñando picarón la liga al ritmo de un cuplé, y tocado con mantón verde y peluca ondulada. Xavier Albertí, director artístico del Teatre Nacional de Catalunya (TNC), vuelve a demostrar su excelente vis cómica en El carrer Franklin. Esta vezse mete en las faldas de un profesor de piano, expulsado a la intemperie urbana por un desahucio y a la caza desesperada de algún cliente al que ofrecer clases de tango y cuplés. El ayuntamiento cerró el conservatorio de música y se ha quedado a dos velas. A buen seguro a ningún otro director de un gran teatro público se le podrá ver en semejante tesitura.

El hilarante personaje de Albertí supone el reencuentro de la troupe de La Reina de la Noche (artífices de montajes como El dúo de la Africana y Assajant Pitarra...) en una farsa delirante concebida por la prestigiosa dramaturga Lluïsa Cunillé. Josep Maria Miró dirige la alocada comedia (hasta el 19 de julio en la Sala Petita), en la que los irónicos dardos de la premiada autora caen sobre una actualidad tan descabellada como su texto.

Ya la escenografía anuncia el retrato de una sociedad patas arriba: montañas de electrodomésticos y trastos ocupan una acera de la calle del título. Son las pertenencias del travestido pianista y su marido (Xavier Pujolràs), desahuciados como el resto del vecindario. Una mujer, abocada al mismo destino, irrumpe cargando con las cenizas (que han sido debidamente repartidas entre toda la parentela) de su tía: Margaret Thatcher.

LA HERENCIA DE LA DAMA DE HIERRO / La espléndida Lina Lambert borda la flema británica de esta vecina, que al menor apuro entona Downtown, el hit de Petula Clark, y no pierde la compostura ni cuando un fiambre, de carne y hueso, acaba en la nevera. No es baladí que en la trama asome la tóxica herencia de la llamada Dama de Hierro, la impulsora del neoliberalismo sin concesiones que ha llegado a nuestros días. Los personajes de Cunillé son algunas de sus víctimas.

El de Pujolràs -un taxista que comparte vehículo con otros seis colegas- llega trompa de vermut y felicidad diciendo que le ha tocado la lotería. Una suerte asociada a los tejemanejes del gobernador del Banco de España, que aparecerá en el tinglado cual caricaturizado guiñol. Lo interpreta un divertidísimo Oriol Genís. Montse Esteve completa el brillante reparto como la hermana del taxista, única activista de la oenegé Aturem la Barbarie Global. Altavoz en mano, acaba proclamando esperanzada: «Ya empiezan a caer las torres más altas».

Aliñada con un variado repertorio musical de pop, cuplés y ópera, con brillantes interpretaciones (Pujolràs se luce con The show must go de Freddie Mercury, entre otros), la disparatada comedia va arrojando sus escupitajos entre las risas de una platea (el jueves estuvo presente Josep Maria Flotats) que agradece el refrescante espectáculo programado en el festival Grec. Un divertimento que entre el absurdo y la hilaridad apunta nuestro destino: un mundo patas arriba heredero del thatcherismo.