Cultivando el Solar de la Puri

La badalonesa Maria Arnal rescató cantes tradicionales en un desafiante recital diurno

Un cine entre derribos 8 Marcel Bages y Maria Arnal, actuando ayer al aire libre.

Un cine entre derribos 8 Marcel Bages y Maria Arnal, actuando ayer al aire libre.

NANDO CRUZ / BARCELONA

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A finales de los 90 un plan urbanístico previó la expropiación y demolición de un puñado de casas entre las calles de la Puríssima Concepción y de la Concòrdia del barrio del Poble Sec. La intención era construir unos pisos nuevos para acomodar a los alumnos del Institut del Teatre, pero una vez derribadas las casas y expulsados a sus vecinos, lo único que queda hoy es un frondoso solar vallado en el que sobresalen dos palmeras. Un grupo de vecinos decidió romper la valla, tomar ese solar muerto, pintar de blanco una de las paredes y convertirla en un cine al aire libre.

El Solar de la Puri es hoy el Cinema de la Puri y es, también, el espacio desde el que colectivos como Taller de Ficció o el CCCB (otro CCCB: el Centro de Cultivos Contemporáneos del Barrio) trabajan para documentar la memoria de los vecinos de Poble Sec. No en vano, se trata de un barrio especialmente acosado por la termita urbanística con estrategias como el Pla Paral.lel, la reconversión de la calle Blai en zona de bares y la transformación de la falda de Montjuïc en la Ciutat del Teatre.

A la sombra del monumental Institut del Teatre, el Solar de la Puri acogió ayer una excepcional actuación de la joven cantante de Badalona Maria Arnal. Excepcional por lo cada vez más complicado que es actuar al aire libre. En este caso, además, era a las dos de la tarde, en un espacio ocupado, sin permisos, sin licencia, sin precio de entrada y, claro está, sin escenario. En estas condiciones, la música suena infinitamente más libre y se generan situaciones infinitamente más reales.

Con un equipo prestado de Can Batlló y acompañada por la guitarra eléctrica y los pedales de Marcel Bagés, Arnal sacudió el solar con esa voz que ya empieza a ser comparada con la de Sílvia Pérez Cruz; tal vez porque ambas se quiebran y retuercen hasta detener el tiempo. Arnal y Bagés rescatan cantes tradicionales, principalmente valencianos, pero también incorporan versos de rigurosa actualidad como los de La cançó de la precària. Actúan con la airada dignidad del guerrillero, pero todo cobró un especial sentido en aquel solar. Al fin y al cabo, todo es lo mismo: recuperar espacios, recuperar canciones, recuperar voces, recuperar la dignidad.

A falta de muros, su escalofriante registro no solo traspasó al centenar de espectadores, alguno de los cuales acabó empapado en lágrimas, sino que se alzó varios metros y sobrevoló el barrio. Un vecino salió en calzoncillos a la terraza y ya no se movió de allí arriba.

La jornada acabó como todo lo bueno: con una paella popular.