Julio Manrique: «El líder y la idea de Podemos me parecen muy saludables»

El actor protagoniza, bajo la dirección de David Selvas, 'Timó d'Atenes' en la Biblioteca de Catalunya

Julio Manrique, en la Biblioteca, que acoge el montaje de David Selvas.

Julio Manrique, en la Biblioteca, que acoge el montaje de David Selvas.

IMMA FERNÁNDEZ / BARCELONA

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El exdirector del Romea vuelve a escena con la historia de una decepción. Es Timó d'Atenes, un ciudadano rico y poderoso, muy generoso, a quien cuando la suerte se le gira, sus amigos le dan la espalda. Solo le querían por su dinero. El montaje abre este jueves (y el viernes) el festival Shakespeare en la Biblioteca de Catalunya, donde hará temporada del 4 al 30 de noviembre.

 -Esta obra de Shakespeare parece escrita para hoy, dice.

- Sí, en el sentido de la decepción, todos somos Timó, ese héroe que vive un descenso a los infiernos. Creía que lo querían y descubre que lo querían solo por su dinero; que todo se mueve por interés. Entonces decide darle la espalda a esa sociedad y se convierte en un ermitaño. Empieza a elucubrar que el modelo está podrido y debe cambiar, pero no sabe construir una forma alternativa.

-¿Te identificas con él?

-Sí. Todos hemos vivido la sensación de desengaño. y yo tengo también mi grado de idealismo. Timó es un personaje excesivo, se va a los extremos. Yo no estoy a la altura de los grandes personajes shakesperianos pero de un modo mucho más modesto soy una persona apasionada y a veces también un pelín excesivo.

-No, lo que vivé en el Romea fue la impotencia de no poder ayudar a algunos proyectos que eran muy buenos pero no había espacio. Tienes que decir que no y eso duele. Pero no he vivido, como Timó, el que ahora que ya no estoy me giren la espalda los que antes me sonreían. Yo además procuro rodearme de gente que me quiere, con la que me siento a gusto y en la que confío. En el Romea me pilló una gran crisis de público, la subida del IVA... Pero a nivel artístico, hicimos cosas muy chulas.

-El director, David Selvas, compara a Timó con los líderes antisistema de hoy.

-Timó es más un filósofo, el líder activo y violento sería Alcibiades. Pero sí, la obra conecta con las ideas antisistema de hoy.

-¿Qué piensa de Podemos?

-Está muy bien que haya aparecido. No sé lo que podrá hacer, tenían un marrón interno al cuestionar algunos el liderazgo de Pablo Iglesias, pero a mí la propuesta y el líder de Podemos me parecen muy saludables.

-¿Podrían cambiar las cosas?

-Sí, igual sí pueden hacer algo. No tienen todas las respuestas y soluciones pero siento cierta simpatía por este tipo de propuestas.

-¿Y qué cree del 9-N?

-Estoy hasta los huevos de que lo más simple no ocupe el espacio que le toca, que es decir: dejésmosles votar. Es un pena que no haya un diálogo abierto y posible.  También me da mucha pena que se rompa el pacto, era estimulante que de repente convivan en un proyecto común, que era reivindicar algo completamente legítimo, grupos tan dispares como el CUP y CIU, y por el medio Esquerra e Iniciativa. Es una lástima que no tengan la sangre fría y las razones para seguir juntos.

-La obra también cuestiona el valor del dinero. ¿Tiene usted claras las prioridades?

-Shakespeare siempre te invita a lo espiritual. Lo importante está en lo emocional y espiritual: son los vínculos que establecemos, y no a partir de usar al otro. Hay una frase de un psicólogo preciosa: «Las cosas deberían estar para ser utilizadas y las personas, para quererlas, ahora hacemos al revés: queremos las cosas y utilizamos a las personas».

-¿Qué es lo que más le decepciona de estos tiempos?

-Algunos políticos, que no digan la verdad y que no sean más valientes y humildes, más personas y auténticos. Estamos hartos de ver disfraces, robots. Disfraces que hemos tolerado durante tanto tiempo; por eso nosotros también debemos hacer autocrítica.

-¿Pablo Iglesias no lleva disfraz?

-No quiero pecar de ingenuo pero de momento me lo creo, lo veo honesto. Tiene los riesgos del amateurismo, y para él meterse en política es un marrón, debe tener el síndrome de los héroes. Como él decía, es un coñazo no poder ir a tomar una cerveza al bar.