CENTENARIO DEL ESCRITOR
El barcelonés Octavio Paz
Una exposición ilustra las intensas y largas vinculaciones del nobel mexicano con intelectuales y artistas catalanes Cartas, fotografías y obra plástica revelan una pasión de más de medio siglo
«Barcelona se ha convertido en una suerte de ciudad-talismán: cada vez que nos sentimos tristes o desesperados pensamos que tal vez podríamos escapar hacia Barcelona». Son palabras que Octavio Paz y su esposa, Marie-José, escribieron en 1974 a Pere Gimferrer, uno de los principales corresponsales catalanes del nobel mexicano. Pueden leerse en la pequeña pero intensa exposición que el consulado de México en Barcelona acoge hasta el primero de diciembre, dentro de las conmemoraciones del año Paz en su centenario.
Según el comisario Aurelio Major, Catalunya fue durante décadas para el autor «el centro de sus afinidades intelectuales y artísticas», lo que puede detectarse en su continuada complicidad con sus editores Carlos Barral y Hans Meinke o los autores Josep Maria Castellet y Josep Palau i Fabra y sus cartas mucho más que textos de cortesía ya que en algunos casos -por ejemplo, las dirigidas a Nicanor Vélez, responsable de sus obras completas en Galaxia Gutenberg- son profundas reflexiones sobre la «conciencia crítica de la poesía».
Hay fotografías que dan cuenta de su paso por Barcelona camino del Congreso de Intelectuales de 1937 en Valencia. Una imagen le recoge en el Paraninfo de La Central. Un dibujo con el pie «media luna y mar en calma» realizado por Paz ilustra el recibimiento que sus amigos Barral, Gimferrer, García Márquez, Cortázar, Fuentes y Gabriel Ferrater le brindaron en el puerto de Barcelona en 1968, tras su renuncia como embajador en la India tras la matanza de Tlatelolco.
En el conocimiento de buena parte de la intelectualidad catalana del momento había sido fundamental su paso siete años años antes por el Premio Formentor en Mallorca, donde el excentrico Cristobal Serra le presenta a Gimferrer.
Gran amante del arte, Paz se vinculó a Joan Miró y a Antoni Tàpies,con quien colaboró en el libro 'Petrificada petrificante', que incluye el verso «La escritura indeleble del incendio» que da título a la exposición. Pero también con Vicente Rojo, pintor y escultor mexicano nacido en Barcelona, que realizó un diseño desplegable de 'Blanco', el poema más ambicioso del autor. 'Blanco', por cierto, también sedujo a Frederic Amat que lo escenificó, como puede verse en un vídeo. Paz pisó por última vez Barcelona en 1997, un año antes de su muerte, para entregar el manuscrito de la que sería ya su obra póstuma, 'Figuras y figuraciones'.
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