'Boyhood' captura la vida

El director Richard Linklater filmó a los mismos actores durante 12 años en una película épica y delicada que se estrena el viernes

Ellar Coltrane y Ethan Hawke, en una imagen de 'Boyhood'.

Ellar Coltrane y Ethan Hawke, en una imagen de 'Boyhood'.

JUAN MANUEL FREIRE / BARCELONA

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En 1964, Michael Apted escogió a un grupo de niños de siete años para hablar de diversos temas en el documental Seven up! La idea era volver a hablar con ellos cada siete años y observar en qué habían cambiado. Fueron vueltos a filmar hasta seis veces, llegando a sus 49 años.

Boyhood (Momentos de una vida), la película de Richard Linklater que se estrena hoy en nuestras salas, tiene conexiones con la serie Up, porque también captura a un niño en momentos diferentes de su progreso a la edad adulta, de los 7 a los 18. Es ficción, pero resuena con extraña verdad por la naturalidad de todos los momentos que captura, porque esos momentos aparecen comprimidos en una sola obra -de casi tres horas- y porque, de algún modo, vemos a los personajes crecer ante nuestros ojos.

Un experimento a la vez doméstico y épico, Linklater ha filmado Boyhood con los mismos actores a lo largo de 12 años, en los días sueltos (unos cuatro por año) que le quedaban mientras prolongaba una de las carreras más eclécticas del cine independiente yanqui.

DOCE AÑOS DE MADUREZ

Durante los años que rodó Boyhood, tuvo tiempo también para dirigir a Jack Black en Escuela de rock (2003); reunir a Jesse y Celine en Antes del atardecer (2004); rehacer la comedia deportiva Los picarones (1976) con Una pandilla de pelotas (2005); adaptar el alegato contra la comida basura Fast food nation (2006) y a Philip K. Dick en A scanner darkly (2006), sacar a Zac Efron de la sombra de HSM con Me and Orson Welles (2008), probar con la comedia negra en Bernie (2011)… Un workaholic, pero un workaholic que solo trabaja en lo que le interesa.

Desde su debut en 1991 con Slacker, Linklater no ha dejado de dar señales de inquietud a todos los niveles: visual, temático, verbal. Si acaso, ha ganado hambre de búsqueda con los años. Cuando cumplió los 40 sintió la necesidad de hacer una película sobre crecer, dejar de ser un niño, aprender (en pequeña parte) cómo funciona la vida. La idea de capturar tan amplio margen de la vida de un personaje, siempre con el mismo actor, parece sencilla; seguramente alguien la tendría antes. Pero Linklater ha sido el primero en llevarla a cabo y, de paso, hacer historia del cine con ello.

Durante las casi tres horas que dura Boyhood, asistimos a un conjunto de momentos en la vida de Mason Evans, Jr. (Ellar Coltrane) y su familia: su hermana (Lorelei Linklater, hija del director) y sus padres separados (Patricia Arquette y Ethan Hawke, quien ha aparecido en ocho películas del director). No son momentos necesariamente dramáticos, aunque los hay. Tampoco tópicos iniciáticos. Linklater sabe que el significado no reside en las vueltas de campana, sino, sencillamente, en aquellos momentos que parecen ligeros pero pesan mucho cuando se juntan. Sabe hacer resonar esta historia con fuerza sin necesidad de tirar hacia la gravedad o hacer ostentación alguna de su importancia.

ELLAR COLTRANE, DESCUBRIMIENTO

Para ello cuenta con la ayuda de un gran grupo de actores, empezando por Ellar Coltrane, el descubrimiento de la película. «Simplemente parecía un chaval guay», declaró Linklater en un reciente artículo de The New Yorker. «Tenía un extraño carisma. Otros chavales querían ser sus amigos, se notaba». Durante el rodaje de The 12-year project (así se llamaba originalmente), Coltrane apareció en alguna otra película, como Fast food nation del propio Linklater. Pero hace unos años decidió que su carrera como actor acabaría con Boyhood; ya no estaba interesado. Tras la recepción de la película, ahora se lo piensa.

Mientras Mason/Ellar crece y crece en la película, también cambia, por supuesto, el paisaje a su alrededor. Y la película se desdobla en retrato del pulso histórico-cultural de los dosmiles. Está la guerra de Irak, la campaña por Barack Obama en el 2008, Harry Potter. Todos esos gadgets cronológicamente diseminados por la acción: del eMac a la Wii, del iPod Nano al iPhone. Y una banda sonora bien elegida -a partir de ensayos de gente que tuvo en esos años la misma edad que Mason- para reflejar el momento y despertar los recuerdos.