Maria Rovira hace las Américas
La veterana coreógrafa y directora de la compañía Trànsit, Maria Rovira, necesitaba un cambio de aires. Ante un panorama gris marcado por los recortes, la crisis y la imposibilidad de llevar adelante su ambicioso proyecto del Aula de Dansa en Can Gassol, en su Marató natal, se ha trasladado a Medellín (Colombia), donde este verano ha asumido la dirección artística del Ballet Folklórico de Antioquía. «Estoy montando un proyecto que en algunas cosas es muy similar al que no pude llevar a cabo en Can Gassol», afirma Rovira. «El Ayuntamiento de Mataró me dejó colgada. Lo he pasado muy mal y ahora necesito respirar. Este proyecto en Colombia es un soplo de aire fresco. He sufrido mucho a causa de la mala praxis de unos responsables políticos que no entienden como funciona la cultura porque nunca se han puesto en la piel de un artista, ni han sudado la camiseta».
Cambio «ilusionante»
Zuleima Asprilla, gerente general del Ballet de Antioquía, la convenció para que se quedara a trabajar con ellos tras observar la buena conexión que Rovira logró con los bailarines durante el Seminario Nacional de Danza en Medellín el año pasado. «Pilotar el cambio de esta compañía es ilusionante. Es un proyecto que me da fuerza», destaca la coreógrafa. Su misión será darle un enfoque más contemporáneo a la compañía y mayor visibilidad internacional.
Rovira alaba el vibrante ambiente de una ciudad donde lleva semanas residiendo. Medellín ha apostado fuerte por la cultura para dejar atrás la mala imagen que tenía debido a la violencia y a la droga. Estos días anda enfrascada en los ensayos de su primera pieza contemporánea, que el conjunto alterna con la recuperación del espectáculo Vive Medellín, centrado en la evolución del arte y la cultura en la ciudad. «Medellín está en un momento que me recuerda mucho el de los años 80 en Barcelona cuando todo estaba por hacer, la ciudad bullía en danza, había mucha ilusión y la cultura no estaba teledirigida como la de ahora».
El Ballet Folklórico de Antioquía tiene un cuarto de siglo de existencia y da trabajo a 50 personas. Cuenta con 20 bailarines, unos 10 músicos y tres técnicos, además de escenógrafos, costureras... Su sede histórica está en el centro de Medellín, la parte más antigua de la ciudad, y pronto dispondrá de un nuevo local en el barrio de Poblado.
Rovira quiere ser un puente entre culturas y, «aprovechando el hermanamiento entre Medellín y Barcelona», destaca, sueña con poder presentar una coreografía con intérpretes de ambas ciudades.«Este primer año tendré un pie en Colombia y otro en Catalunya. Trànsit cumple su 30º aniversario en el 2015 y hay que celebrarlo», afirma con ánimo optimista tras dejar la compañía en manos de dos de sus bailarines, Edmundo Pezzopane y Aina Gargallo.
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