EXPOSICIÓN EN MADRID Y A LA ESPERA DE Fecha en bcn

Antoni Arissa sale de las sombras

Telefónica recupera la obra del fotógrafo vanguardista

'Composición 2', 1930-1936.

'Composición 2', 1930-1936.

ERNEST ALÓS
BARCELONA

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En los años 30, una generación de fotógrafos barceloneses captó el espíritu de los tiempos, abrió los ojos a la Nueva Visión que estaba surgiendo en Praga, Berlín y París, descubrió las obras de Moholy-Nagy y Man Ray, y supo imbuir a sus imágenes del espíritu de las vanguardias. Fue, en palabras de Pere Català Pic, «la moderna revolución fotográfica». Uno de esos fotógrafos, redescubierto tardíamente, fue Antoni Arissa (Barcelona, 1900-1980). Por primera vez una exposición antológica, impulsada por la Fundación Telefónica en su sede de Madrid, reivindica la obra de Arissa como «el máximo exponente de la Nueva Visión», según Rafael Levenfeld, comisario junto con Valentín Vallhonrat de la muestra Arissa. La sombra y el fotógrafo. 1922-1936.

Levenfeld ha querido mostrar, con las 161 fotografías que se exponen en el Espacio Fundación Telefónica, «todo su recorrido, empezando con unos inicios titubeantes enmarcados en el costumbrismo y el pictorialismo, con unos primeros guiños a la modernidad y un cambiazo en los años 30 que lo convierte en una figura absolutamente indiscutible para entender la historia de la fotografía en este país».

Arissa, impresor de profesión, no fue un caso aislado. Publicaba en las mismas publicaciones, bebía de las mismas fuentes, leía los mismos boletines y revistas internacionales y experimentaba en líneas paralelas (jugando con luces y sombras, formas geométricas, diagonales, picados y contrapicados, objetos en primer plano a un paso de la abstracción, fotomontajes dinámicos) toda una generación de autor. Los Pere Català Pic, Emili Godes, Josep Sala, Josep Maria Lladó, Josep Massana, Ramon Batlles o Gabriel Casas, el único de ellos que hacía de puente entre estos autores con vocación artística y publicitaria y los contemporáneos y mucho más expeditivos fotoperiodistas  de esos mismos años.

Hasta ahora, sin profundizar en la obra individual de cada uno de ellos, solo exposiciones como Las vanguardias fotográficas en España (Madrid, 1984) o Praga, París, Barcelona (2010, en el MNAC), y la sala que dedica a esta generación este mismo museo,  han emprendido la difusión de este grupo de fotógrafos, sin apenas reconocimiento en comparación con sus contemporáneos internacionales.

IMPRESOR Y FOTÓGRAFO /  Según Levenfeld, mientras que muchos de estos autores «destacan en la publicidad, o en aspectos muy concretos, Arissa tiene un espectro muy amplio y por diversidad de obra, desde objetos a escenas de la calle, entronca muy bien con la Nueva Visión y es su máximo exponente». Y eso que, a diferencia de muchos de sus colegas, Arissa no era un fotógrafo profesional sino, recuerda, «un impresor y artista al que le dio por hacer fotos», cuyo trabajo «habría sido monumental si se hubiese dedicado a la publicidad o hubiese trabajado para revistas gráficas». De hecho, las escasas fotografías de carácter publicitario que se conservan en el archivo que adquirió la Fundación Telefónica son, o bien ensayos, o bien, opina Levenfeld, algún favor personal a clientes de su negocio de impresión.

BARRIO DE SANT ANDREU / La carrera de Arissa comienza en marco del asociacionismo fotográfico, el salonismo y el pictorialismo que, en su intento de reivindicar la condición artística del nuevo medio, acaba copiando los tópicos de la pintura decimonónica. Arissa, por ejemplo, empieza con escenas bucólicas del entorno semirrural de su barrio de Sant Andreu. Pero curiosamente, de ese medio artístico adocenado nace también la fotografía de vanguardia («principalmente en Catalunya, no hay más», apunta Levenfeld). «En los años 20 o eras fotodocumentalista y trabajabas para medios, o te dedicabas como profesional al retratismo, o te dedicabas al pictorialismo y el paisajismo en los cenáculos de asociaciones y centros excursionistas», explica Levenfeld. Pero en los años 30, en el inquieto ambiente cultural de la República y en una Barcelona abierta a las infuencias europeas, empiezan a aparecer medios de difusión de estas nuevas concepciones de la fotografía. Revistas como D'Ací i D'allà, Mirador, Gaseta de les Arts, L'Amic de les Arts, Mirador, AC y sobre todo L'Art de la Llum. Su desaparición, en 1939, hace que Antoni Arissa reduzca su actividad hasta dejar la fotografía y caer, provisionalmente, en el olvido.