EL SEGUNDO LIBRO DE FICCIÓN DEL PERIODISTA

La revolución sexual en Roma

Víctor Amela mezcla intriga política y sentimental en su última novela

E. A.
BARCELONA

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Al final del libro, junto a unos coloridos mapas de Roma y de su imperio, un cuadro sinóptico muestra quién se fue a la cama con quién en la familia Julio Claudia, de Julio César a Nerón. Las flechas vuelan en todas direcciones, pero muchas de ellas pasan por la casilla de Julia, hija de Augusto y una de los protagonistas de Amor contra Roma (Ediciones B), la segunda novela del periodista Víctor Amela tras el éxito, hace un año, de su debut, El cátaro imperfecto.

Amor contra Roma ha sido escrita, y se nota, por alguien que quedó fascinado por las intrigas en la familia imperial de la serie Yo, Claudio, y que a partir de ella siguió leyendo, empezando por el propio Robert Graves, siguiendo por Tácito y Suetonio y acabando con Ovidio, de quien Amela considera que con su Ars amatoria se convirtió en el poeta «más influyente» de toda la historia de la literatura.

En su novela, Urgídar, un ibero aspirante a poeta, se ve enzarzado en una intriga entre Livia y su hijo Tiberio, Julia, su supuesto amante Julio Antonio y la juventud dorada de Roma que los jalea, y el mismísimo Augusto. Y en medio, Ovidio, el ídolo de Urgídar y el responsable, plantea Amela, de una auténtica revolución sexual contra el patriarcado romano. Mientras el vir, el hombre, tenía entre sus obligaciones «matar, violar y engendrar», una sexualidad violenta y dominante, Ovidio, dice el periodista y escritor, es el pionero «de una manera de querer, de vivir en pareja, en que por primera vez el hombre está pendiente del placer de la mujer» y que está en la base de cómo entendemos hoy las relaciones sentimentales. Una fuerza desestabilizadora que convierte a Ovidio en un indeseable para el emperador.

Sobre el motivo del exilio de Ovidio en el mar Negro, que Augusto no revirtió pese a las súplicas del poeta, hay varias versiones. Fornicó con Julia, o bien con la hija de esta, o asistió a conspiraciones contra Augusto entre la brujería y la intriga política. «Como no se sabe, he preferido optar por una mezcla de todo», explica Amela.