La feria madrileña de creación contemporánea

ARCO y el lío del IVA

Galeristas y artistas se ven superados por el embrollo del impuesto, cuya bajada solo afecta al autor de la obra

1. Lino Lago (galería Álvaro Alcázar) se atreve a 'manchar' con un pegote de tinta amarilla uno de los cuadros más universales: 'Las meninas' de Velázquez 2. La obra más cara de todo Arco se encuentra en la galería Leandro Navarro: 'Compotier, boutei

1. Lino Lago (galería Álvaro Alcázar) se atreve a 'manchar' con un pegote de tinta amarilla uno de los cuadros más universales: 'Las meninas' de Velázquez 2. La obra más cara de todo Arco se encuentra en la galería Leandro Navarro: 'Compotier, boutei

OLGA PEREDA
MADRID

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Da igual las horas que un visitante se pasee por los pasillos de Arco. Pueden ser dos, cuatro o seis. Saldrá con la misma duda con la que entró: ¿Ha bajado o no ha bajado el IVA del arte? Es tal el embrollo del impuesto que ni galeristas ni artistas son capaces de aclararlo. «Sinceramente, no tengo ni idea. Dentro de tres meses, cuando tenga que hacer las cuentas con Hacienda, mi contable me dirá si facturo al 10% o al 21%». El que habla es Marlon de Azambuja, artista brasileño afincado en España que puede estar 30 minutos comentando su obra, pero ni cinco diseccionando el IVA. «Tengo que llamar a mi contable», se ríe el autor, que expone sus piezas en la galería Max Estrella. El caos no es solo suyo. Es el denominador común de la feria de arte contemporáneo, que se celebra en Madrid hasta el domingo.

A finales de enero, el Gobierno anunció a bombo y platillo la bajada del IVA para el mundo del arte, que se sumergió en la euforia. La alegría duró unas horas, lo que tardó en publicarse en el BOE que el IVA reducido (el 10%) se aplicaría solo a los artistas, no a las galerías. Estas siguen vendiendo las obras a los compradores (ya sean coleccionistas, museos o fundaciones) al tipo más elevado: 21%. El creador, eso sí, cuando vende la obra a la galería tiene un IVA reducido: el 10%. «Es un lío. Supongo que esta medida nos beneficia a nosotros. Pero los artistas estamos tan desamparados que necesitamos muchas más», se queja Manuel Antonio Domínguez, que expone en la galería de Badajoz Ángeles Baños y que, como buen artista, tampoco entiende de números e impuestos.

«Nosotros seguimos vendiendo las obras al 21%, como el año pasado. Lo que sí creo que ha bajado es el IVA de los autores», afirma, con muchas dudas, la responsable de la galería murciana T-20, Carolina Parra, que reconoce sin tapujos su desconcierto ante el espinoso asunto. «Mi asesor fiscal me ha dejado claro que tenemos que seguir al 21%», añade. Directivos de otras galerías explican que al bajar el IVA del artista, la galería (con ese dinero que se ahorra) puede decretar un precio más competitivo para sus obras aunque mantenga el IVA al 21%. Sin embargo, Parra es tajante. «Nosotros no hacemos eso. No podemos mover un precio que ya está fijado», concluye la responsable de la galería murciana.

MARCA ESPAÑA /Está claro que hablar del IVA es difícil. Hay algunos galeristas que, directamente, se ven incapaces de responder a las preguntas de la prensa. También es difícil hablar de arte contemporáneo. Pero, por lo menos, ahí todo el mundo responde. Y no con evasivas, precisamente. Hablemos, pues, de arte.

Este año no hay una obra bomba en Arco. No hay un Fidel Castro zombi ni un Franco metido en una nevera de refrescos. Pero basta dar una vuelta por la feria -donde una camarera pasea un carrito con champán Ruinart (de pago)- para constatar que los artistas no han perdido el espíritu transgresor. La galería gallega Trinta expone unas caras de torero en forma de hucha. En ellas se lee: «Ayudad a la marca España». Cada hucha, creadas por Curro Ulzurrun, cuesta 600 euros y a primera hora de la mañana se habían vendido dos. Al lado de los toreros-hucha, el leonés Daniel Verbis sorprendía al público realizando en directo una pintura con brocha gorda y una pistola de aire comprimido bajo el título Quién sabe qué cosas hay dentro de ti.

'TOP LESS' EN EL CONGRESO / Otra nota transgresora, quizá la que más, es la de Congress Topless, una obra que no se vende (es efímera y dura lo que dura Arco) y que lleva la firma del artista francés Yann Leto. Se trata de una cabina donde, a determinadas horas, unas chicas realizan un show donde se desnudan (no de forma integral) en una clarísima crítica a los políticos porque la cabina se llama Congreso y remite al de los Diputados. Otro dardo a los políticos viene de una galería de Finlandia, país invitado en esta edición de la feria, donde Riiko Sakkinen recomienda en un cartel luminoso: «Escribid a Papá Noel y pedid trabajo». Toda la galería está inundada de platos pop donde el artista recomienda «perder peso con la dieta de Sudán» y recuerda que «sin tetas no hay capitalismo». Otro plato, con el dibujo de un gnomo, afirma que los «rojos de mierda» son «putos optimistas» además de «enemigos de los bancos».

Además de transgresor, el arte contemporáneo ¿es caro? Los galeristas insisten en que, siendo un producto de lujo, no lo es. Uno puede obtener un grabado por 300 euros. Más complicado es adquirir un picasso, el que exhibe Leandro Navarro cuesta 1.250.000 euros.