ENTREVISTA

Terry Gilliam: «Deberíamos estar menos conectados»

El director norteamericano Terry Gilliam, fotografiado ayer en Sitges.

El director norteamericano Terry Gilliam, fotografiado ayer en Sitges.

JUAN MANUEL FREIRE

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Conocido por títulos como Brazil, El rey pescador y 12 monos, Terry Gilliam (Minneapolis, 1940) fue en los orígenes componente de la troupe legendaria Monty Python, con la que rodó, entre otros múltiples delirios, una comedia de sketches titulada El sentido de la vida (1983). Su nueva película -presentada el viernes en Sitges en una sesión especial- también es una fantasía existencial: el héroe de The zero theorem (Christoph Waltz) es un hacker informático que trata de resolver una fórmula matemática que determinará si la vida tiene sentido. La historia sirve a Gilliam para reflexionar, en un ejercicio de ciencia ficción oscura al estilo de Brazil, aunque menos opulento, sobre los posibles males de estar conectado las 24 horas del día. La tecnología no es la solución a todo. «La vida no tiene significado», dijo ayer el director en Sitges en una brillante clase maestra«Somos nosotros quienes hemos de dárselo, sin esperar que un nuevo iPhone vaya a hacerlo». Después, EL PERIÓDICO tuvo la oportunidad de hablar con él.

-The zero theorem ha sido definida como una distopía, como una advertencia de cosas que podrían pasar en el futuro. Pero, en cierto modo, ya estamos en ese mundo.

 

-Sí, la verdad es que sí. Mi película es solo una versión cartoon del mundo real. Ideas reales llevadas un poco más al extremo.

-En el filme la publicidad persigue literalmente al individuo. Poco faltará para eso.  

-Todo el centro de la película sucede dentro de una capilla, así que quería que toda la parte exterior fuera abrumadora, que reflejara el poder invasivo de la publicidad. Agobio y ruido, pero con gente feliz pese a todo. Al menos como una fachada.

-Parece preocupado por la conectividad de los tiempos actuales… ¿Estamos demasiado conectados? ¿Hace falta estarlo todo el tiempo y mejora realmente nuestra vida?

-Una pregunta que me hago desde hace tiempo es: ¿cómo se puede desconectar? La gente debería desconectar más, pasar más tiempo sola y descubrir quién es.

-Parece escéptico ante las posibilidades de la red.

-No creo que la gente esté reflexionando de forma seria sobre el tema. Ahora mismo, vivimos más preocupados por retratar los momentos que por vivirlos. Anoche estaba haciendo el tonto con Eli Roth, este colgó una foto mía en Instagram y al instante hubo una reacción brutal. ¡Es una locura! ¿Pero a qué se dedica la gente?

-Usted tiene Facebook.

-Y en cuanto pongo una cosa, al minuto, hay 80 personas haciendo me gusta y contestando. Y yo me digo: «¿Pero qué hacéis? Por favor, olvidaos de mí. Salid de aquí y descubrid quiénes sois». La gente cree que por estar conectada tiene el control, pero no es así. Simplemente está conectada. Eso es todo.

-Es triste pensar que en el futuro la gente solo tendremos recuerdos de pantallas.

-Aluciné bastante anoche en Sitges porque algunos me grababan con iPads. Una cosa es un teléfono móvil, pero ¿un iPad? De locos. Y que conste que yo soy tan víctima de todo esto como cualquier otra persona. Tengo un ordenador con una pantalla de 32 pulgadas. Y cuando aparece el salvapantallas son todo fotos personales. Me deleito mirando esos recuerdos. «¡Oh, mira, estuve ahí!». Puedo pasar horas mirando esas fotos. Cuando me deprimo, activo el salvapantallas, pongo algo de música y miro mi vida pasar. Fatal.

-The zero theorem puede recordar, sobre todo por su mensaje, a la serie británica Black mirror. ¿La ha visto?

-No, no la conozco. ¿Es buena?

-Realmente buena. 

—No la conozco de nada. Es que no veo la televisión. Tengo que cortar por algún lado. ¿Se llama Black mirror por la canción de Arcade Fire? ¿La usan?

-En parte sí, aunque diría que no la usan. 

-Ah, echaré un vistazo.

-¿Le costó mucho conseguir que Matt Damon y Tilda Swinton hicieran esos pequeños papeles en su película?

-Soy amigo de Matt [rodaron juntos El secreto de los hermanos Grimm, en el 2005]; por lo que únicamente  tuve que proponérselo y él dijo que sí sin pensárselo. Eran cuatro días de trabajo, algo sencillo. Con Tilda Swinton tampoco tuve que pelear demasiado.

-Señor Gilliam, ¿qué hay de su Don Quijote? Rodó The zero theorem después de que su largamente codiciado proyecto fracasara por enésima vez. ¿Piensa volver a intentarlo?

-Es lo único que sé hacer, volverlo a intentar. Soy así de testarudo.