Tom Sharpe, no sin mi médico (10-10-2009)

El humorista británico, acompañado de su doctora de cabecera, convierte la presentación de su novela 'Los Grope' en un elogio a la sanidad catalana

Tom Sharpe, en un céntrico hotel de Barcelona, en octubre del 2009.

Tom Sharpe, en un céntrico hotel de Barcelona, en octubre del 2009. / periodico

ELENA HEVIA / Barcelona

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Tiene 81 años, se apoya precariamente en una muleta y la lista de sus achaques daría trabajo a buen plantel de médicos. Aunque su fuerza interior no le haya abandonado, al autor británico Tom Sharpe parece interesarle solo su salud. Incluso más que la promoción de su último libro, 'Los Grope' (Anagrama / Columna). La novela, una farsa misógina y cruel en su línea habitual, está dedicada, cómo no, a los tres doctores que le salvaron en el 2006 cuando una peritonitis amenazó con colocarle en el panteón de los humoristas difuntos.

Los médicos citados son catalanes porque Sharpe vive en Llafranc desde hace 20 años por prescripción facultativa de su agente Carme Balcells que le recomendó los aires difíciles de la Costa Brava. La gran fe que tiene el autor en los médicos y en la "maravillosa" sanidad catalana, se concreta en Montserrat Verdaguer, psiquiatra, médico de cabecera, amiga y miembro de ese trío salvador, le acompaña, con el uniforme de faena, a la presentación. Y es que el autor dice haberse tomado al pie de la letra el consejo de otro galeno que tras el ataque de corazón que sufrió en 1996 le aconsejó que únicamente bebiese whisky y agua. En el acto de ayer, bajo la atenta mirada de la doctora, solo tomó lo segundo.

Cojo por un error

"¿Saben por qué llevo esta muleta? Estoy cojo gracias a un médico de Cambridge que no supo diagnosticarme. La sanidad británica es una porquería", dice entrando así en otro de sus temas recurrentes, lo muy desilusionado que está con el país que le vio nacer y con sus mandatarios.

¿Y Los Grope? Es una saga familiar que comienza con las invasiones vikingas hasta llegar al siglo XXI, habitada por mujeres monstruosas y castradoras y hombres débiles e indefensos, que Sharpe, mucho más políticamente correcto en sus declaraciones que en sus escritos, se niega a calificar: "Yo he tenido experiencias con mujeres monstruosas y no son nada divertidas. Pero he tenido muchas más experiencias con hombres monstruosos".

Cerca ya del final, el anuncio del Nobel de la Paz a Barack Obama se filtra en la sala. "What...?", resuena atónito al conocer la sorprendente noticia. "No entiendo nada. La política es un misterio para mí. Considero a Obama un buen político pero darle el Nobel es una cosa muy distinta".