Trovador ciclista busca público

Durante los 10 años en que Paul Fuster vivió en Estados Unidos se dedicaba a hacer bicicletas por encargo. Pero la que ha construido para la ocasión, en su refugio de Cardona (Bages) es muy especial. Con ella, tiene previsto recorrer todas las comarcas de Catalunya, cargando con un par de guitarras, bafles... (también construidos por él), «una cafetera, una tienda de campaña..., en total 100 kilos de peso», explica el cantautor. La gira durará 60 días seguidos. Partirá de su casa, el 4 de abril, y terminará en Manresa, el 4 de junio. Y actuará desde en casas particulares hasta en salas de conciertos, centros cívicos... La media de distancia entre localidad y localidad será de entre 15 y 30 kilómetros. Y ante la posibilidad de que algún seguidor se anime a seguirle, Fuster contesta divertido: «Pues será como Forrest Gump 2».

El autor de títulos como La Santa Collons es consciente del reto al que se enfrenta. «Empiezo con el espíritu fuerte, pensando 'claro que lo puedo hacer'. Pero luego... psicológicamente... Supongo que me plantearé 'me cago en todo', 'pero, ¿quién me creo que soy?'. Pero claro, no puedo fallar. Así que, ¿cómo puedo duplicarme, fotre el camp, y que lo haga otro?», suelta entre risas.

El plan, prosigue, no consiste solo en ir en bici y actuar. «La idea es ir yo a buscar a la gente, lo más excitante de esa segunda parte que supone sacar un disco. Acabar estableciendo conexiones con otras personas», explica el músico.

Paul Fuster es un buscador nato de «estímulos imprevisibles». Y esto de ir en bicicleta, dice, le permitirá comprobar que «puedes creer que estás a años luz de casa cuando en realidad te separa hora y media. No muy lejos puedes sentirte en el quinto coño. No tienes que ir tan lejos para comprobar lo pequeño que eres. Como cuando estás en el campo y tienes a cinco payeses viniendo hacia ti con escopetas... La única manera de que te pasen cosas que te sorprendan es provocando a la vida», filosofa.

¿Y cuál es el consejo de su padre [Valentín Fuster], como prestigioso cardiólogo y curtido ciclista, que sube al Tourmalet cuatro veces al año? «Me dice que me envidia. Que quiere venir conmigo y no puede. Aunque quiero convencerle para que me acompañe algunos tramos. Sería divertido», contesta feliz.