Avance del esperado nuevo disco de un icono del pop

Bowie en expansión

El cantante británico funde rock y experimentación en su obra de regreso, 'The next day'

Bowie y Tilda Swinton (a su izquierda), con Saskia de Brauw y Andrej Pejic, actores en el clip de 'The stars (are out tonight)'.

Bowie y Tilda Swinton (a su izquierda), con Saskia de Brauw y Andrej Pejic, actores en el clip de 'The stars (are out tonight)'.

JORDI BIANCIOTTO
MADRID

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Vea el videoclip de 'The stars' con el móvil o en e-periodico.es

Tenía razón Tony Visconti, productor del nuevo disco de David Bowie, The next day, cuando advirtió de que su primer sencillo, el melancólico Where are we now?, no era representativo del sonido global de la obra, rico en tensiones rockeras. Sí, en este inesperado disco de Bowie, que saldrá el 12 de marzo rompiendo un silencio de casi diez años, hay abundantes dosis de rock guitarrero discordante, aunque también medios tiempos enrarecidos, experimentos destemplados y melodías descentradas. Un trabajo que logra sorprender al oyente porque refleja un amplio espectro de modos expresivos, y quizá lo más importante: Bowie no ha intentado con él imitar ninguno de sus grandes discos del pasado.

Por comparar, podríamos ver en The next day a un sobrino de Scary monsters (1980), con su pantalla de guitarras angulosas, sus ritmos densos y su toque excéntrico. O a un nieto de Diamond dogs (1974), futurista y un poco opresivo. Otros símiles menos gratos apuntarían a dos álbumes más basados en la guitarra, Never let me down (1987) y Reality (2003), pero The next day no es, ni de lejos, tan convencional como el primero ni tan unidireccional como el segundo. Y tiene mejores canciones.

GUITARRAS PODEROSAS / El disco, a cuya audición acudió ayer este diario en la sede madrileña de Sony Music (donde reposa la única copia de The next day existente en España hasta el día de su edición: el control del producto sigue siendo severo), arranca como un puñetazo, con la pieza The next day, a alta velocidad y con un Bowie que canta furioso y retador: «Here I am / not quite dying» («Aquí estoy / no demasiado moribundo»). Semejante tensión eléctrica se mantiene en, al menos, media docena de canciones, como The stars (are out tonight), el segundo single del disco (en cuyo videoclip aparece la actriz Tilda Swinton) y, más aún, Dancing out in space, How does the grass grow? y (You will) Set the world on fire. Guitarras corpulentas, grooves con peso y estribillos alterados, con el Bowie más airado desde Tin Machine (que no se espante el lector: aquí nuestro cantante suena resuelto, no sobreactuado).

AMBIENTES INTRANQUILOS / Pero en The next day proliferan los matices, los medios tiempos intranquilos y los trazos de angustia existencial, casi siempre en un clima cargado, con muchas capas instrumentales y poderosas bases rítmicas. Como en Dirty boys, perfilada por un saxo vanguardista que no toca él sino su amigo Steve Elson (que en 1983 tomó parte en Let's dance), en la envolvente Love is lost y en los dramáticos compases finales del disco con You feel so lonely you could die y Heat.

Eso, en su versión estándar, de 14 canciones. La edición Deluxe incluye otras tres que merecen mención, la majestuosa y misteriosa So she, el espasmo guitarrero de Plan y la más breve y explosiva de la entrega, I'll take you there, que cierra la versión extended del disco tras 61 minutos y medio.

Audiciones controladas e información suministrada con cuentagotas: así mantiene Bowie la intriga ante este disco que comenzó a cocinar en noviembre del 2010, cuando el mundo le daba por retirado. Un blindado pacto de silencio con todos los colaboradores hizo posible que en la era de las redes sociales, en que todo un Tom Waits lloriquea porque su último disco se filtra en la red y le hunde su tempo promocional, nadie sospechara que The next day estaba fraguándose.

Un equipo de cómplices heredado de la última etapa activa de Bowie, con los guitarristas Earl Slick (el más veterano, titular intermitente desde 1974), Gerry Leonard y David Torn, la bajista Gail Ann Dorsey, y los baterías de Zack Alford (miembro de la banda de Springsteen en 1992-93) y Sterling Campbell. A los teclados no está, en cambio, Mike Garson, sino que los maneja el propio Bowie, como en sus días berlineses con Iggy Pop. No se lo discutiremos.