INVESTIGACIÓN DE LA UNIVERSIDAD DE LEICESTER
Ricardo III en el párking
3Los expertos confirman que el esqueleto hallado en un estacionamiento es el del monarca
Ricardo III fue el último rey de Inglaterra que murió en un campo de batalla. La de Bosworth. El 22 de agosto de 1485. Su muerte puso fin a la Guerra de las Rosas, la contienda civil que durante 30 años libraron la Casa de Lancaster y la de York y de la que la aristocracia inglesa salió arruinada. Un siglo más tarde, William Shakespeare haría de aquel rey uno de los más grandes villanos de la dramaturgia universal. El retrato de un déspota jorobado, que se sirve del crimen para imponer su ley. El sanguinario usurpador del trono, al que todos terminan abandonando. El cadáver de Ricardo III fue enterrado sin ceremonias en la capilla de Greyfriars en la ciudad de Leicester. La iglesia quedaría después destruida. Los restos del cruel monarca desparecieron durante cinco siglos. Hasta ayer.
En medio de una gran expectación, Richard Buckley, el académico que ha dirigido al equipo de arqueólogos de la Universidad de Leicester, confirmó, «más allá de toda duda razonable», que el individuo exhumando el pasado mes de septiembre en el subsuelo de un céntrico aparcamiento de la ciudad, «es Ricardo III, el último rey de Inglaterra de (la dinastía) Plantagenet». Los resultados de las pruebas de ADN realizadas a los huesos coinciden con los descendientes directos. Los expertos han realizado también escáneres y han contrastado datos con expertos en armas de guerra de la época e incluso con el estilo de vida y la dieta.
La tumba estaba medio destruida y daba la impresión de que habían atado el cadáver cuando fue enterrado. Faltaban los pies, pero allí estaba la pronunciada curvatura de la columna vertebral, la escoliosis grave que deformaba la espalda, tal y como le representó Shakespeare. Los investigadores hallaron señales de 10 heridas, ocho de ellas en el cráneo que estaba partido, lo que sugiere que el rey había perdido el casco. Los suyos son, según el informe científico, «huesos delicados, casi femeninos para un hombre», de entre 20 y 30 años. Ricardo III tenía 32 años cuando perdió la vida. Su mandato en el trono fue breve. Solo duró 26 meses.
SIGUIENDO EL RASTRO / John Ashdown-Hill es el historiador que instó a los arqueólogos a cavar debajo del aparcamiento. El autor del libroLos últimos días de Ricardo IIIllevaba muchos años siguiendo el rastro del personaje. Una de las leyendas sugería que el cuerpo había sido desenterrado durante la Reforma y arrojado a un río. Ashdown-Hill logró reunir pruebas para desestimar esa hipótesis. Una vez descubierto el esqueleto, el historiador contribuyó a la comprobación del ADN. Unos huesos en Bélgica, que resultaron ser de Ana de York, la hermana del rey, le condujeron a una descendiente directa, en Canadá, que nada sabía de su parentesco real.
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