'¿Cómo se aprende a ser alma?', por Josep Maria Fonalleras (Dominical, 3/7/2011)

El director y copropietario de El Bulli, Juli Soler, en junio del 2011.

El director y copropietario de El Bulli, Juli Soler, en junio del 2011. / periodico

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"¿EN QUÉ AÑO NACISTE? ¿En el 59, dices? Pues así resulta que tienes 52 años. Si hubieras nacido en el 52, ¡ahora tendrías 59!". Lo piensas y resulta que siempre funciona y se lo dices yJuli Soler responde con unos golpecitos en la clavícula, marca de la casa, y te interroga con su peculiar "lo entiendes, ¿no? ¡Tendrías 59!", y luego te invita a tomar una copa de "champú", un champú en forma de champán (otra broma de la suyas) que dará paso al "festival" queJuli te anuncia y proclama y al cual te conduce a través de las blancas paredes del comedor deEl Bulli, atiborradas (pero no revueltas) de bibelots de antiguos 'bullis', como el que aparece en una foto de losStones, acompañante de la orgía musical. Es entonces cuando, señalando al perro,Juli te cuenta que él actuó conJagger y compañía y que se encargaba del ritmo de lapandereta, y lo dice con esa sonrisa irónica y a la vez naíf, sin dejar de moverse, sin abandonar esa cadencia suya que es una suma de fractales que describen geometrías variables y que, de alguna manera, crean, por sí solas,

el mundo deCala Montjoi.

Nada existiría si no existieraJuli Soler, y es alrededor de su flequillo indómito donde se genera el milagro, donde la vorágine nace, dondeEl Bulli se convierte en fuente de placer. A finales de 1980, poco antes de entrar como director y jefe de sala,Juli Soler explicaba aldoctor Schilling, el marido deMarketta: "Lo más importante es que la gente se lo pase bien y yo sé cómo conseguirlo". Él mismo reconoce que entonces fue "descarado" y que quizás no sabía tanto. Pero, Dios, ¡cómo aprendió! Han pasado más de 30 años, y aquel chaval que se definía como un rockero desapareció de su "mapa del momento" y se recluyó en el santuario desde donde se divisa la garra animal y telúrica delcabo Norfeu. Recluirse es exagerar, pero no tanto. Velocidad y estado de alerta riman con Soler. No para un momento quieto. Está en todas partes, pero su espíritu solo reside en esa cala que, con el tiempo, fue todavía más atractiva, mágica, inconmensurable con los parámetros convencionales.

LA FIRMA DE JULI PARECE una caricatura. Destaca la nariz y su flequillo (ese pelo indómito y juvenil que él intenta controlar con soplidos sincopados) y, por encima de todo, la firma se torna símbolo de su personalidad. Emblema.Juli no parece que habite en el mismo planeta que los demás. Tienes la sensación de que siempre navega por otros mares o escucha otras músicas, imperceptibles a tus oídos. Y, sin embargo, sigue allí:atento al cliente, devoto de su vida íntima e impenetrable, dispuesto a ser el amigo que te acoge.

¿Cómo se aprende aser alma? Eso no se aprende. Lo lleva uno en la mochila. En la maleta, siempre dispuesto a iniciar una gira con losStones.