EL LEGADO DE UN LÚCIDO HISTORIADOR

Tony Judt contra el miedo

Historia, biografía y ética del siglo XX en un libro para el siglo XXI

El fallecido historiador Tony Judt.

El fallecido historiador Tony Judt.

ROSA MASSAGUÉ
BARCELONA

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Quienes podían recordar la confianza y seguridad de las postrimerías del siglo y el optimismo de los primeros años del siguiente fueron testigos del completo colapso de lo que parecía un «estado permanente de próspero bienestar». Es el malogrado historiador Tony Judt (Londres, 1948-Nueva York, 2010) quien lo dice y, contra lo que podía parecer a simple vista, no se refiere a nuestra crisis. Está hablando de finales del siglo XIX y de la primera mitad del XX. ¡Cuán poco se aprende de la historia! Por ello, su libro póstumo,Pensar el siglo XX (Taurus), que firma con el también historiador Timothy Snyder (EEUU, 1969), es un libro necesario para no repetir errores.

El libro es fruto de una serie de largas conversaciones mantenidas por los dos historiadores cuando a Judt ya se le había diagnosticado una enfermedad neurológica degenerativa que le llevó a la tumba en poco tiempo. Fruto de estas circunstancias, la obra es un relato histórico que parte de la memoria del historiador, una memoria que es también una forma de supervivencia. Por ello el libro es historia, biografía y también un manual de ética.

LOS TOTALITARISMOS / La conversación parte de la experiencia del niño nacido en un modesto barrio londinense en el seno de una familia de inmigrantes judíos en la posguerra y va desgranando la historia personal con la historia política y del pensamiento.

Judt reflexiona con gran agudeza sobre el atractivo que tuvieron los totalitarismos en Europa, sobre el marxismo que dominó buena parte del pensamiento político, sobre el sionismo o sobre la necesidad de entender lo que ocurría en la Europa del Este. En este sentido considera demasiado estrecha la localización de la segunda guerra mundial entre 1939 y 1945. Para poder explicar lo ocurrido, el historiador pone los límites en 1936 (el año de los frentes populares en Francia y España y del inicio de la guerra civil española) y 1956, cuando los húngaros se rebelaron contra el régimen comunista.

Pensar el siglo XX no parte de «una narrativa del horror» con la que se explica normalmente el pasado siglo. Ciertamente lo hubo, pero el siglo XX registró importantes mejoras en la condición humana en general y este desarrollo es el que interesa a Judt para proyectar el futuro.

En un mundo en el que están desapareciendo a velocidad vertiginosa las certezas sobre el empleo, la sanidad, o las pensiones, la necesaria elección, dice, no es entre el capitalismo y el comunismo, o el final de la historia y su retorno «sino entre la política de la cohesión social basada en unos propósitos colectivos y la erosión de la sociedad mediante la política del miedo». Es decir, para Judt, la solución está en la recuperación de lo mejor de la socialdemocracia. Y concluye el libro diciendo que «sería irresponsable pretender que no existe una alternativa seria», frase que en la versión castellana está erróneamente traducida en positivo.

En las conversaciones con Snyder, Judt hace gala de una extraordinaria lucidez sobre nuestro pasado inmediato y sobre el futuro que se nos viene encima, un futuro para el que necesitamos mentes como la del historiador fallecido hace dos años.