EL LIBRO DE LA SEMANA

En tierra de nadie

'Arrecife', de Juan Villoro, es un lugar seguro desde donde contemplar el mundo, aunque sea doloroso

Complejo turístico en Cancún, México.

Complejo turístico en Cancún, México.

RICARDO
BAIXERAS

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Cuando Juan Villoro (Ciudad de México, 1956) obtuvo conEl testigoel Premio Herralde de Novela 2004 hicimos hincapié en un motivo que convertía esa obra en un punto de fuga sugestivo en la trayectoria del escritor mexicano. Ese motivo era el latido expresivo, un suerte de potencia en el fraseo desde la omnipresente voz narrativa que dominaba el texto en largas meditaciones y que dejaba atónito al lector.

Ahora Villoro parece dar una vuelta de tuerca a su trayectoria presentando una novela que poco o nada tiene que ver con aquel texto de referencia ya inexcusable. No obstante, hay una frase de aquella novela que tiene un eco en esta obra: «La violencia, siempre a punto de aflorar en el presente, de pronto reclamaba regresar al orden perdido». Si el lector añade a esta frase la de Malcolm Lowry que abreArrecife(«Algún día encontraré una tierra corrompida hasta la ignominia, donde los niños desfallezcan por falta de leche, una tierra de desdicha e inocente y gritaré: 'Me quedaré aquí hasta que este sea un buen lugar por obra mía'») tal vez se pueda hacer una idea cabal de lo que Villoro pretende.

PLACER Y MIEDO EN EL CARIBE/ La idea que vertebra esta novela es un tanto extravagante. En el Caribe unresortllamado La Pirámide ofrece a los insensatos turistas emoción y peligro a manos llenas. Ya no se trata solo de gozar de emociones fuertes, sino de poner en riesgo la propia vida para hacer sentir a esos turistas hasta qué punto placer y miedo son las dos caras de una misma moneda. La idea de semejante locura es de Mario Müller y Tony Góngora, que es quien narra toda la historia.

Ambos pueden decir que «el peligro es el mejor afrodisíaco» y por ello son capaces de crear un nuevo Edén convertido en «una Sodoma con piña colada, una Disneylandia con herpes, un Vietnam conroom service». Aunque los dos formaron parte de un maltrecho grupo de rock el primero se convierte en el albacea de todos los recuerdos que Tony Góngora ha perdido de tantas drogas que tomó.

En el centro de la novela dos muertes que ponen en marcha el engranaje de un escenario que puede ser leído, sin menoscabo de la trama policiaca que sustenta el texto, como la de un país donde morir también es un juego. No se me ocurre qué escritor nacido fuera de México podría haber escrito una novela como esta.

Resulta notorio cómo Villoro ha querido cartografiar un terreno que ya no es solo hostil, sino también -y sobre todo- decrépito, casi asfixiante. La Pirámide es todo menos un lugar apacible, sereno y, sin embargo, Villoro en tierra de nadie, en una tierra baldía a las emociones, en un país donde «la derrota es una tragedia» logra insertar una historia de recuperación del tiempo, de la memoria y de las emociones perdidas más que notable.

La prueba irrefutable de que uno está ante un escritor de fuste reside en esa envidiable capacidad para cambiar de temas y registros cuando todo parecía dirigido a volver sobre lo mismo. Villoro entrega ahora unArrecifelleno de colores porque su escritura es un ecosistema cambiante -felizmente-, una estructura sólida que nos proporciona un lugar seguro desde el que contemplar el mundo, aunque sea doloroso, sangriento y, a ratos, alucinante.

EL ORDEN PERDIDO / No le extrañe al lector encontrar entre tanta podredumbre, entre tantos personajes ahítos de soledad, de dolor, de sinsentido, de muerte o destrucción un atisbo para la utopía en un país cercenado por los narcos y que reclama con insistencia regresar al orden perdido que el narrador deEl testigorequería.Arrecifecumple de sobras ese reclamo.

3ARRECIFE

Juan Villoro

Anagrama. 240 pág. 17,90 €