ENTREVISTA

Lou Marinoff: «Sócrates diría hoy: 'Más de lo mismo'»

El autor del superventas 'Más Platón y menos Prozac' continúa con su batalla por acercar a las masas a la filosofía. En su último asalto, 'El poder del Tao', encuentra en Lao-Tsé las claves para superar dificultades de tanto calibre como las que está af

Marinoff, con su corbatade símbolos del yin y el yan, retratado en Barcelona.

Marinoff, con su corbatade símbolos del yin y el yan, retratado en Barcelona.

JUAN FERNÁNDEZ

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En tiempos confusos proliferan las fórmulas para escapar del túnel por pasadizos mágicos. Se multiplican los dietarios que prometen la felicidad como quien explica la receta del pollo al chilindrón y afloran los manuales de autoayuda trufados de consejos más sobados que las barandillas del metro. Aunque pudiera parecer que su mensaje participa de la fiebresalga usted del hoyo en 15 pasos,el discurso de Lou Marinoff se distingue de esa charlatanería en que no se apoya en frases vacías, sino en lo que dijeron los filósofos que mejor comprendieron la condición humana. Lo hizo con Platón, Aristóteles, Buda y Confucio en diferentesbestsellers y ahora lo vuelve a hacer con Lao-Tsé, el precursor del taoísmo, a quien ha hecho viajar hasta nuestros días enEl poder del Tao(Ediciones B). Aparece con una cantosa corbata llena de símbolos del yin y el yan, y al hablar le brillan los ojos como a un iluminado, pero el apóstol de la filosofía práctica no predica los saltos al vacío; pide que busquemos nuestra brújula en el pensamiento.

-¿Qué hace un filósofo canadiense con cátedra en Nueva York buceando en la China milenaria?

-En realidad esta aventura viene de lejos. Cuando tenia 17 años me hablaron delI Ching,pero lo leí y no lo entendí. Luego me sumergí en el Tao Te Ching, la obra de Lao-Tsé, pero pensé: «No puedo, es demasiado profundo». Desde entonces, he estado estudiando a fondo la filosofía china y en los últimos años he pasado mucho tiempo en Asia, hablando con sabios de aquellos países. Solo ahora, 40 años después, me he atrevido a escribir este libro. He comprendido que la vida es un permanente cambio, que vivir es elegir constantemente. El Tao te ayuda a acertar.

-¿Se ha hecho taoísta?

-Ya lo era, pero escribir este libro me ha llevado a profundizar más en esta filosofía. El taoísmo no es una religión, sino un camino. Cuando lo sigues, percibes el poder que tienes. Estar cerca del Tao te da serenidad y te permite afrontar la vida de forma positiva. La frustración y la infelicidad llegan cuando te alejas del Tao.

-¿Lo puede explicar con un ejemplo práctico?

-Cuando uno teme al fracaso o se ve afectado por una crisis, como la pérdida de un empleo o una depresión, debe tener presente que en ese estado sombrío se esconde la oportunidad para superarlo. Recuerde esto siempre: las cosas no son blancas ni negras. Mire mi corbata: en el dibujo del Tao, la zona blanca tiene un punto negro, y la zona negra tiene otro blanco. Toda crisis encierra una oportunidad de crecimiento, es una invitación a hacer algo mejor. Hay que saber ver esa perla. El Tao nos ayuda a encontrarla.

-Parece un mensaje hecho a medida de los tiempos que corren.

-No es casualidad que Lao-Tsé escribiera suTao Te Chingen medio de una gran crisis, con su país sumido en guerras y turbulencias. En realidad, todos esos conflictos surgen por haber olvidado el camino. El Tao enseña que la adversidad permite sacar a la luz una capacidad que teníamos escondida. Es la triste ironía del ser humano: el momento más difícil es el que permite encontrar al mejor yo.

-¿Qué diría Lao-Tsé de esta crisis?

-El libro del Tao afirma que no existe mayor calamidad que dejarse arrastrar por la avaricia. Todo el mundo coincide en que ha sido la avaricia la que nos ha llevado hasta aquí. Pero la avaricia no es una enfermedad mental, es un vicio. Procede de la falta de virtud, de no saber ver qué es lo importante en la vida. No podemos ser tan ciegos como lo hemos sido. ¿Cómo es posible que personas sin dinero compraran casas con la complicidad de los bancos? Nadábamos en una riqueza que no era real.

-¿Y ahora qué?

-Ahora las cosas tendrán que devaluarse hasta alcanzar su valor real. Los ciudadanos deben tomar una decisión y arreglar su parcela mediante sus recursos internos, porque el Gobierno no va a arreglárselo. El sistema ha fallado, ahora es el tiempo de las personas. Son ellas las que han de asumir su responsabilidad por lo que han hecho y encontrar nuevos modos para movilizar sus energías, que son las mismas que antes.

-¿En qué modo el taoísmo puede echar una mano?

-El Tao es más útil para prevenir que para curar. Si lo hubiéramos tenido en cuenta antes, no estaríamos como estamos ahora, porque habríamos visto que aquello era insostenible. Pero de acuerdo, estamos aquí. ¿Qué hacemos? De nuevo, mire mi corbata: hemos de concentrarnos en el puntito blanco que hay en la zona negra. Cada uno de nosotros debe encontrar su puntito y localizar su capacidad, su oportunidad. Todos lo tenemos. Busquémoslo. Enfoquémonos en lo que podemos ganar, no en lo que hemos perdido.

-¿Cómo se lo explicamos a alguien que lleva dos años en el paro? En España abundan.

-El mundo ha cambiado, ahora debemos cambiar nosotros. ¿Cómo competimos? No podemos luchar contra los chinos como manufactureros, pero podemos convertirnos en prestadores de servicios. Cada uno deberá preguntarse qué tipo de servicio puede ofrecer, qué talento puede explotar. Hemos de reinventarnos. Los españoles tienen una oportunidad que no aprovechan: el tercer lenguaje más hablado del planeta. Es una riqueza que no explotan. Además, les facilita la posibilidad de emigrar. Yo soy un emigrante.

-¿Es optimista?

-Veo señales que me animan. De repente, los norteamericanos han empezado a interesarse por la filosofía, algo que antes era impensable. Lamento que haya tenido que llegar esta crisis para que se dieran cuenta. Ahora hay más gente preguntándose cuál es el valor real de las cosas. Empiezan a ver que, tal vez, lo que da sentido a la vida no es tener una rica cartera de acciones, sino valores como la familia y los logros artísticos y creativos. Estamos cambiando la forma de mirar. Antes nos fijábamos sólo en la cantidad. Ahora va a tomar más importancia la calidad.

-La filosofía es una disciplina que arrastra una imagen anticuada. ¿Realmente tiene sentido hoy en día?

-Sin duda, cada vez más. Hoy la gente se acerca a la filosofía buscando una guía para el arte de vivir. Por eso cada vez hay más asesores filósofos en los círculos del poder.

-¿No cree que la filosofía también necesita renovarse?

-La filosofía ya lo está haciendo, y estoy muy orgulloso de mis aportaciones en ese sentido. Uno de mis objetivos es mostrar cómo las ideas de los hombres más sabios de la historia pueden ser útiles hoy.

-¿Se siente cómodo en su papel de heterodoxo de la filosofía?

-No me sentiría bien si fuera un filósofo 100% teórico, sin ver si las ideas de los pensadores tienen conexión con la realidad. Los filósofos afrontamos un tiempo en el que vamos a tener mucho éxito, y ahí es donde debemos tener cuidado, porque cuando algo se institucionaliza, se corrompe. Y los filósofos no escapamos a la condición humana.

-A la luz de lo que la gente le consulta, ¿cómo está el patio?

-No hemos cambiado en 3.000 años. La tecnología se ha revolucionado, pero el hombre no. Si trajéramos aquí a Sócrates, no entendería nuestros teléfonos móviles, pero si viera las noticias y escuchara los temas que nos traemos entre manos, hoy pensaría: «Más de lo mismo». H