La propuesta
'No controles': Demasiado control
Juancarlitros Desfás, torrente de histerismo esperpéntico, chistes malos y expresiones desactualizadas encarnado con escandalosa maestría por el cómico Julián López, sirve para explicar lo que mejor y lo que peor funciona enNo controles. Los mejores momentos suceden cuando él está en pantalla, y nunca queda eso tan claro como en un desternillante monólogo durante los títulos de crédito. Ese final evidencia, por otro lado, todo lo que esta película podría haber sido y, por desgracia, no acaba siendo.
Está claro que dejar a López en segundo plano ha sido una decisión consciente del director Borja Cobeaga. A Cobeaga le interesa más plantearNo controles como comedia romántica en la que el chico reconquista a la chica. Que el resultado sea principalmente una colección de clichés de género en la que no hay cabida para la subversión demuestra que Cobeaga está más interesado en transitar territorios comerciales y taquilleros que en la exploración de nuevos terrenos cómicos que pareció iniciar conPagafantas.
Es cierto que, pese a ello, Cobeaga jamás recurre al sentimentalismo. Y que, tal vez por sus responsabilidades románticas,No controleses una sucesión más compacta de escenas que su episódica predecesora. En todo caso, sus mejores momentos son aquellos que reniegan de ellas y permiten a López dejar de hacer de recadero de Unax Ugalde -muy perdido en su papel- para abrazar la locura que el título promete y solo a ratos proporciona.
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