Exposición

El Cercle de Sant Lluc exhibe las obras que lo salvaron de la ruina

Una muestra reúne piezas donadas por los artistas en 1959 para ayudar a la entidad. Picasso, Tàpies, Dalí y Miró estuvieron entre los 200 creadores que regalaron sus dibujos

El 'picasso', en el momento en el que se procedía a su puja.

El 'picasso', en el momento en el que se procedía a su puja.

Natàlia Farré

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A Pablo Picasso le convenció el editor Gustau Gili. A Antoni Tàpies su compañero de Dau al Set Joan-Josep Tharrats. A Salvador Dalí no se sabe. Y a Joan Miró no hizo falta persuadirle porque ya era parte implicada. En 1959, los cuatro cedieron un dibujo cada uno para salvar al Cercle Artístic de Sant Lluc de la bancarrota. No fueron los únicos. La lista de artistas que colaboraron altruistamente llegó a los 200 y reunía tanto a pintores vinculados con la entidad como a creadores ajenos a ella. Con todas las piezas entregadas se realizó una subasta que consiguió recaudar 350.000 pesetas. Dinero más que suficiente para liberar el crédito de la entidad y permitirle continuar. Ahora, el Cercle de Sant Lluc ha juntado una cincuentena de esos dibujos y los expone en '1959 Subhasta', hasta el 5 de febrero, una muestra que es a la vez homenaje y conmemoración del episodio.

Y es también un recorrido por la historia del arte catalán de la primera mitad del siglo XX, ya que entre las obras expuestas hay piezas con carácter marcadamente noucentista, "un estilo que se estaba acabando pero que aún era dominante, porque, aunque pasado de moda, todavía estaba considerado", explica Barbara Marchi, comisaria de la muestra. Y obras del principio de las vanguardias de la posguerra: "En algunos dibujos ya se anuncia la abstracción aunque todavía hay cierta figuración", continúa Marchi. Así, en una pared, en la que el sarcástico dibujo de una mona pintada por Picasso es el rey, se exhiben los trazos clásicos de Josep Obiols, Josep Aragay y Joan Rebull. En otra pared, en la que manda la abstracción de Tàpies, se sitúan los que ya miraban hacia las vanguardias: Joan Rabascall, Teo Asensio, Josep M. Subirachs y Joaquim Llucià, entre otros.

Sin pistas de dos genios

Los grandes ausentes de la muestra son Dalí y Miró, de cuyos dibujos se ha perdido la pista. El primero está en manos de un particular de identidad desconocida, del segundo nada se sabe. Aunque ambos figuran en el catálogo de la subasta del 1959, el documento que ha permitido a Marchi desgranar la historia, que, pese a su importancia, había quedado olvidada. La reconstrucción se ha hecho a partir de los papeles que guardaba Helena Cambó, viuda de Ramon Guardans, presidente del Cercle por aquel entonces, y que indicaban quién había cedido los dibujos, quién los había comprado y cuánto habían costado.

Así, la historia explica que en 1959, seis años después de abrir tras el cierre impuesto en 1936, las arcas de la entidad estaban vacías, posiblemente porque afrontaba más actividades culturales de las que podía permitirse -bajo su paraguas se cobijaban asociaciones como Els Joglars, la Coral Sant Jordi y los Amics de Gaudi-. Para financiar la entidad se empezaron a emitir bonos de crédito con un valor de 500 pesetas, papeles que los artistas del centro empezaron a decorar para darles un valor simbólico. Y a partir de aquí llegó la idea de la subasta.

Esta se celebró en la librería Porter y congregó a toda la burguesía catalana. Esta respuesta de la sociedad civil es una de las cosas que más valora Marchi: "La asociación del Cercle con el catalanismo y la defensa de la cultura catalana consiguió movilizar no solo a artistas de dentro y fuera de la entidad, sino también a toda la burguesía catalana, independientemente de su compromiso político, ideas y fortuna".