Del canódromo a la guerra

Barcelona, 13 de febrero de 1939. Solo faltan otros 13 días para que las divisiones navarras y marroquís marchen por sus calles pero la República, desesperadamente, sigue llamando soldados a filas. El día anterior, el Gobierno de Negrín había aprobado la movilización general. Robert Capa se traslada a «un estadio en las afueras de Barcelona» para mostrar cómo adolescentes y hombres maduros entran en filas.Ce Soirpublicará algunas de estas imágenes de adultos casi cuarentones que van a la guerra de la mano de sus esposas e hijos, mujeres remendando bolsillos a última hora, miradas fatalistas tras gafas gruesas, platos de lata colgando del cinto, siguiendo la orden de que cada uno de ellos se presentara «portador de una manta, calzado y cubierto», en buen estado.

EN PISCINES I ESPORTS / ¿Cuál era ese estadio? La maleta mexicana contiene los 98 negativos de este reportaje. El estadio resulta no ser exactamente eso: en la pista se ven las guías para que corra la liebre. Suspendidas las carreras de galgos durante la guerra, los puntos de reclutamiento en Barcelona eran la plaza de las Arenas y los canódromos de Travessera de les Corts, el Guinardó y Piscines i Esports. Solo la foto de la izquierda da la pista definitiva para saber que se trata de este último, justo donde se levantan hoy un parque y un DiR: al fondo asoma una gradería del viejo campo del Espanyol en Sarrià.

Estos soldados a la fuerza que no llegaron a combatir hacen cola para ser fichados ante un mostrador del que nadie ha descolgado un rótulo de antes de la guerra:Boletos. Donde en tiempo de paz algunos se jugaban el jornal, en tiempo de matanzas se jugaban la vida.

En la primera de las fotografías de estos dos rollos se ve la pancarta que los recibía:«Soldats del 1922 y 1942. Els combatents veterans de l'Exèrcit de la República i la nostra heroica reraguarda confien en vosaltres perquè saben que no permetreu que estrangers ni traïdors robin el territori nacional. Salut i endavant, nous combatents».