Los estrenos de la semana
Harry Potter calienta motores cara a la gran final de la serie
Para todos a los que nos causa grandes dificultades y mucha pereza hallar distinciones entre todas las entregas de la sagaHarry Potter-exceptuemos la tercera, no en vano la dirigió Alfonso Cuarón- resulta un alivio saber que se acerca el día en el que ya no habrá necesidad de oír hablar del niño sabiondo. Es rastrera la decisión, estrictamente comercial, de dedicar no una sino dos películas a la adaptación del séptimo y último libro de J. K. Rowling,Harry Potter y las reliquias de la muerte.
Desde hoy en nuestras pantallas, la primera de ellas es, como ya sabíamos, un preparativo, una transición que sienta las bases y calienta el ambiente de cara al gran final. Potter sigue atravesando ritos de paso físicos y simbólicos que en última instancia le permitirán cumplir la tarea para la que estaba predestinado desde el día en que se matriculó en la escuela de magos: vencer al malvado Voldemort. Habrá tardado en conseguirlo nada menos que diez años y ocho películas o, lo que es lo mismo, unas 20 horas de celuloide. Se mire como se mire, ya va siendo hora de decirle adiós al chaval.
Aunque, especialmente considerando cómo están retrasando los estudios Warner el momento de la despedida, no sería extraño que en el futuro volvamos a encontrarnos en la cartelera con el reestreno de la saga enterita, convenientemente travestida con tecnología 3D. Después de todo, esa dimensión adicional es precisamente la excusa que hoy, casi 20 años después, nos devuelve a la cartelera el clásico de la factoría DisneyLa bella y la bestia. El motivo del estreno es, de nuevo, la pura avaricia, pero bendita sea esta si nos permite revisitar el drama de un joven y hermoso príncipe que un día, a modo de castigo por su extrema crueldad, fue transformado en un horrible monstruo.
¿Hablamos de monstruos? Entonces hagámoslo de John C. Reilly. «Soy como Shrek», se lamenta el actor al principio de la comediaCyrus, que, esto es importante, no tiene nada que ver con Miley Cyrus. No, se trata del nuevo trabajo que presentan los hermanos Jay y Mark Duplass, niños bonitos de ese movimiento de cineultraindie americano llamadomumblecore. ¿Se imagina uno de los disparates de Will Ferrell rodado por John Cassavetes?Cyruses algo parecido. También podría asemejarse aLa bella y la bestiade no ser porque, aquí, en el romance entre Shrek y la bella (Marisa Tomei) se interpone el hijo de esta (Jonah Hill), que también parece una bestia y que no quiere compartir a su madre, en parte porque su relación con ella se acerca peligrosamente al incesto. El duelo de monstruos, pues, está asegurado.
EL HIJO DE UN RABINO / La deCyrusno es la única relación paternofilial inapropiada que incluyen las novedades cinematográficas. Que quede claro, de entrada, que los padres se sienten naturalmente inclinados a proteger a sus hijos de todo dolor, ya sea en forma de gérmenes o del matón del colegio o de algo tan esotérico como las ideas. Este impulso alcanza niveles extremos en el seno de comunidades como las de los judíos ultraortodoxos, donde los chavales son aislados frente a todo aquello que pueda poner su fe en tela de juicio. Adaptando el relato bíblico de Abraham e Isaac,My father my lordobserva una de esas comunidades a través de los ojos del joven hijo de un rabino. Es una película sutil, callada, casi poética, y muy cabreada con los fundamentalistas. Su director, David Volach, sabe de lo que habla: él y sus 19 hermanos nacieron y se criaron entre los ultraortodoxos de Jerusalén. Años después se convirtió al ateísmo.
SHEEN EN EL CAMINO DE SANTIAGO / Una última historia cinematográfica de padres e hijos. El gran actor Martin Sheen, que en realidad se llama Ramón Estévez (su padre era gallego), siempre quiso hacer el Camino de Santiago. Lo intentó hace siete años, pero no a pie sino en coche. Se quedó con ganas de más y, hace dos años, convenció a su hijo, Emilio Estévez, para que rodaran juntos una película a lo largo de los 800 kilómetros que componen el camino.
El resultado,The way, es como unremake deEl mago de Ozen el que el destino no es Oz sino la imponente catedral de Santiago de Compostela. En el rodaje participó también Taylor Estévez, que acompañó a su abuelo en aquel peregrinaje frustrado y decidió quedarse en España por amor. Es una bonita estampa familiar en la que solo falta Charlie Sheen, hijo de Martin, hermano de Emilio, tío de Taylor. ¿Se lo imaginan de peregrino?
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