premio

10 años como hombre en Kabul

Nadia Ghulam (izquierda) y Agnès Rotger, coautoras de 'El secreto de mi turbante', ayer en Barcelona.

Nadia Ghulam (izquierda) y Agnès Rotger, coautoras de 'El secreto de mi turbante', ayer en Barcelona.

ERNEST ALÓS
BARCELONA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Fue una niña de 8 años destrozada por una bomba que no sabe quién tiró. Entre los 10 y los 21 años, sus heridas se convirtieron sin embargo un cruel aliado para poder pasar por hombre en el Kabul de los talibanes, para poder trabajar como peón y sostener a su familia, muerto su hermano mayor, de quien tomó el nombre, Zelmai, y extraviada la mente de su padre. «Era un chico muy huraño, me decían a vecesel señor loco.Todos mis amigos sabían que había sufrido durante la guerra, que tenía la cara y la cabeza quemados, así que nunca me preguntaban por qué no me quitaba el turbante», explica hoy Nadia Ghulam, que a sus 26 años y tras rehacer su vida en Badalona gracias a la oenegé Asdha, los médicos del Clínic y una familia de acogida, explica su experiencia enEl secret del meu turbant (Planeta / Columna) unas memorias noveladas pero llenas de realismo dickensiano escritas junto con la periodista Agnès Rotger.

Ghulam y Rotger ganaron en septiembre el premio Prudenci Bertrana, pero Planeta ha decidido lanzar el libro esta semana en castellano simultáneamente a la edición original en catalán de Columna.El secret del meu turbantacaba donde empieza la nueva vida de Nadia

-«allí yo tuve que ser padre de familia, y aquí ha nacido una Nadia que ha tenido un padre y una madre que la escuchan»-, en la que un joven endurecido a la fuerza se ha convertido por primera vez en una «mujer de verdad» que estudia y quiere volver a Afganistán para trabajar en el desarrollo de su país.

«Creo que aún tengo cosas...», reflexiona. Algo se vislumbra en su mirada y, ríe, en su rotunda negativa a vestir falda. «Tengo 25 años, y 10 de ellos los he vivido con una personalidad masculina. Soy una mujer, pero hay cosas que aún estoy aprendiendo porque no he hecho todo mi proceso de crecimiento como tal. Yo incluso odiaba el cuerpo de la mujer, porque tenía miedo que al crecer mis amigos descubriesen que yo lo era». Unos amigos a los que tuvo que ocultar sus sentimientos y con los que (y eso dice que es lo que más añora de su pasado como hombre) ya no podrá mantener esas conversaciones íntimas de colega a colega.

AMBIVALENTE ANTE LOS TALIBANES /El secret del meu turbantbucea en sus sentimientos, pero ante todo, la historia de Nadia es la de una vida y un país destrozados por la guerra. Vivió bajo el régimen de los talibanes, pero como hombre. «En mi país dicen que el perro amarillo es hermano del perro rojo. En cierta forma, los muyahidines [las guerrillas antisoviéticas que se disputaron el país] hicieron más daño que los talibanes». Su opinión puede resultar chocante a oídos occidentales: «Con ellos teníamos miedo y no teníamos libertad. Y si robabas te cortaban la mano, pero si no robabas, no te pasaba nada. No podías salir sin burka de casa, pero, cuando los muyahidines, podían entrar en casa y violarlas. Al menos avisaban qué te pasaría si hacías algo. Había una ley y si la aplicabas no había problemas».

Derrocados los talibanes, aún vivió cuatro años sin desvelar su identidad real. Se explica: «No podía. Si vives en un lugar donde todo el mundo confía en tú, donde los abuelos te ponen de ejemplo a los nietos de cómo ser un hombre trabajador y devoto, no puedes decirles un día que eres una mujer y que les has engañado».

Muchos periodistas -«algunos, para tener un artículo me han hecho daño, cuando yo me estaba jugando la vida o la muerte»- sí conocieron su historia. Entre ellas Mònica Bernabé, que la rescató de la vida que llevaba «cuando ya no podía más». Y también, sospecha, el director de cine Siddiq Barmak, que narró una historia muy parecida a la suya enOsama.