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Festivales de verano

CARLES Duarte

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La crisis ha provocado un impacto profundo en sectores muy diversos, ha incrementado el paro y ha modificado los hábitos de consumo. Ha llegado, además, mientras se producía una evolución social derivada de la expansión de las nuevas tecnologías y a la vez que adquirían un peso creciente las economías emergentes, que están desplazando progresivamente a los países más avanzados. En todo caso, es bastante perceptible la voluntad colectiva de superar las dificultades, como lo es la aspiración a defender la calidad y la dignidad del trabajo y la generalización del acceso al ocio y a la cultura conseguidos gracias a nuestro modelo de sociedad.

Hemos tenido prueba de ello este verano, donde nuestros destinos turísticos han resistido la sacudida de la crisis mejor de lo que hacían temer las actuales circunstancias. Y también han conseguido superar la crisis con bastante éxito los festivales de verano, comenzando por el Grec y continuando por los de Peralada, Torroella de Montgrí, Porta Ferrada, Cap Roig, Portalblau... Algunos han tenido que hacer ajustes en la programación, pero los datos de asistencia han sido en general satisfactorios. Hay que celebrarlo, porque son una magnífica plataforma de impulso y de proyección de nuestra vida cultural, desde la música clásica o a las del Mediterráneo.

Alguien ha criticado la implicación de las instituciones a la hora de hacer posible esta oferta en un periodo donde se paran las programaciones habituales de algunos de los equipamientos culturales y donde se da un desplazamiento de población hacia zonas turísticas. Creo que es un error reclamar que las administraciones locales se desentiendan de contribuir a hacer posible una propuesta artística relevante durante el verano, como lo sería que desde las instituciones no se apoyaran las iniciativas privadas que apuesten por la excelencia o por un mensaje cultural riguroso y exigente que eluda los planteamientos más comerciales que no necesitan soporte público. Alguien ha reivindicado una mayor coordinación con el fin de hacer más complementarias las propuestas que conviven. Quizá sí, pero de entrada valoramos la consolidación de unos festivales de verano que han superado con buena nota los retos de una edición que generaba motivos de inquietud.