drama

'Invictus', Tópicos en una historia única

NANDO SALVÀ

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Clint Eastwood

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Estreno:29 de enero • Morgan Freeman, Matt Damon, Tony Kgoroge, Patrick Mofokeng •Título original:‘Invictus’ • Estados Unidos • 131 minutos

Invictus es la clase de película hecha con tal profesionalismo y basada en un tema tan noble que casi tiene aseguradas críticas respetuosas, especialmente teniendo en cuenta el crédito garantizado a Clint Eastwood en los últimos años –en parte por la admiración que provocan su incansable ética laboral y su vejez, fueron perdonadas unánimemente hasta la manipulación melodramática deEl intercambioy la automitificación casi paródica deGran Torino–,

pero es un trabajo dolorosamente impersonal. Todo grandiosidad y simbolismo, eso sí, una narrativa que habla con mayúsculas pero no dice mucho más que tópicos.

Es cierto que la historia de los esfuerzos del presidente surafricano Nelson Mandela en 1995 para apoyar al equipo nacional de rugby, equipo simbólico delapartheid, en su periplo por el campeonato mundial –ese respaldo funcionó como una astuta maniobra populista para curar a una nación racialmente rota– exhibe la robustez y claridad formales y la suficiente distancia de la sensiblería típicas de Eastwood. Al mismo tiempo, sin embargo, el enfoque convencional del cineasta provoca que el filme huela a cerrado, y que un relato de merecedora significancia histórica queda convertido en un estereotipado drama deportivo.

En el inevitable y apoteósico partido final está en juego nada menos que el futuro de un país que trata de despojarse de la sombra delapartheid, pero Eastwood no permite que eso se perciba como más que superficiales mecánicos dramáticos, por lo sujeta que está su película a la gramática convencional de Hollywood y por lo superficial que es su descripción de Mandela. En lugar de investigar lo que podría llevar a un hombre tan maltratado por la vida a escoger el perdón, la paz y la conciliación, mira solo a sus maniobras políticas, y así, irremediablemente, el filme se olvida del hombre que tiene en el centro.

Porque, al acomodar su táctica de convertir el rugby en un vehículo de unidad cultural a una formularia estructura narrativa de tres actos, Eastwood la convierte en una sincera pero chirriante y esquemática clase magistral de ética. Los temas de tolerancia y coraje y sobre el poder unificador del deporte son repetidamente articulados por Mandela de una forma explícita y finalmente exasperante, dejando claro qué poco análisis sintáctico le pide Eastwood al espectador

Por eso,Invictuses tan conservadora que resulta inocua. Eastwood nunca escarba en la disensión racial que aún azotaba Suráfrica en aquel momento, y a cambio se conforma con mostrar a personajes negros que no se fían de los blancos y a réplicas blancas que odian a los negros en pos del desarrollo dramático más básico: primero airada desconfianza, luego recelosa cooperación y, finalmente, gracias al triunfo deportivo, abrazos y sonrisas fraternales.