Duelo Barcelona-Benicàssim

Babyshambles oficia en el FIB un corto pero enérgico recital

Sigur Rós emocionó con su extravagante delirio cósmico

Pete Doherty, de Babyshambles, con un pendiente nuevo.

Pete Doherty, de Babyshambles, con un pendiente nuevo.

NÚRIA MARTORELL
BENICÀSSIM

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Con el delirio cósmico de los islandeses Sigur Rós aún en la retina --uno de las actuaciones más extravagantes que recuerdan los fibers --el Festival de Benicàssim (FIB) vivió ayer su segunda jornada, exhibiendo músculo con formaciones como Babyshambles y My Bloody Valentine. El día anterior, la banda de la isla que Björk brindó un recital hermosamente orquestado y profundamente atmosférico, a base de extensos paisajes sonoros (el mismo hit que abrió el concierto, Svefn-g-englar, duró 10 minutos), que atraparon al oyente desde el primer instante.

Fue una generosa actuación de hora y media, en la que disfrazados y con grandes esferas blancas colgadas por el espacio a modo de planetas, los Sigur Rós con Jon Thor Birgisson al frente parecían que no eran de este mundo. Y con sus sones hiperbólicos y, en ocasiones, apocalípticos, emocionaron a los 20.000 asistentes, cifra record del FIBstart.

Nada que ver con la corta actuación de Babyshambles (40 minutos), que anoche abrió el maratón en el Escenario Verde. Con un Pete Doherty bastante más comedido que en la edición anterior, los británicos sabían que jugaban en casa --los ingleses siempre han copado el FIB--, aunque el bajista Drew McConnell se dirigió al público en castellano (vivió un tiempo en Canarias). Más allá de la controversia que generan los desmanes del cantante, el grupo hizo gala de su rock urgente y vital, y abordó varias piezas de Shotter's Nation, disco con el que reafirman su condición de cronistas de la Inglaterra actual. Al cierre de esta edición, aún no había tocado My Bloody Valentine, el regreso más esperado y evidente reclamo de cartel.