Jordi Coll: "Gonzalo sería ahora un antisistema del 15-M"

El actor que hacía de joven cura en 'El secreto de Puente Viejo' se muestra tan comprometido como su personaje

JORDI COLL

JORDI COLL / JUAN MANUEL PRATS

INÉS ÁLVAREZ / BARCELONA

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Hasta hace poco era en 'El secreto de Puente Viejo' un curita de pueblo bondadoso... y enamorado. Pero en la serie, que, tras casi cuatro años en A-3 TV, registra grandes índices de audiencia, no dejan de pasar cosas, y los guionistas decidieron un día que Jordi Coll (Barcelona, 1985) colgara los hábitos que tan bien compaginó durante un año con la chupa que lucía en el musical 'Grease'. En la tele solo había hecho un pequeño papel en la serie `Infidels', en laque podemos verle los domingos, ya que TV-3 la está reponiendo. Aunque valora su éxito televisivo actual, suspira por el teatro y el cine.

-Se han desvelado muchos secretos. Poco más y tienen que cambiarle el nombre a la serie.

-Pues aún están muchos por llegar. Los guionistas no paran. Por suerte, los actores no tenemos que mantener el secreto de la trama más de un mes. Porque la gente te para por la calle, te hace un par de comentarios y luego te deja caer la pregunta: «¿Qué pasará en Puente Viejo?».

-Primero revela que no es Gonzalo, y ahora cuelga los hábitos

-Sí, pero sigue siendo la misma persona. Aunque, ahora que se ha quitado las faldas será más atrevido.

-Lo que sigue es la tensión sexual.

-Siempre habrá un tira y afloja en su relación con María. Es la típica historia de amor de culebrón.

-Gonzalo era un cura peculiar.

-Muchos dicen que de tan bueno es tonto. Pero lo dicen con cariño. Es inocente en muchos aspectos: no ve lo que está pasando a su alrededor; es un alma pura. Y piensa mucho en los demás. Lo suyo se lo guarda para él; es muy introvertido.

-¿Si viviera actualmente, sería un antisistema del 15-M o de la PAH?

-Sin duda. Estaría en las mareas de todos los colores, manifestándose. Y no estaría de acuerdo con lo que ha pasado en Catalunya con TV-3 y Catalunya Ràdio. Gonzalo es una persona comprometida, pese a su época y a vivir en un pueblo.

-¿Se identifica con él?

-En la parte comprometida, sí. Yo ahora trabajo en Madrid, pero mi casa está en Barcelona, en Catalunya, donde tengo a mi familia. Y cuando ves lo que pasa ahí, echas de menos poder participar en algunos actos. Aunque desde Madrid también estamos trabajando, ¿eh? Y luego está la información, que es un verdadero caos. A mí me alegra que la gente salga a la calle, pero ¿qué paso habrá que dar si no nos hacen ningún caso?

-¿Y cómo se vive desde la capital de España las ambiciones soberanistas catalanas?

-Lo primero que he visto es que las visiones son muy diferentes y a veces distorsionadas. Pero por parte de ambos lados, ¿eh? Yo fui al Concert per la Llibertat, en el Camp Nou, y vi que era un acto que reunió a 90.000 personas con una idea común, pero sin ninguna pretensión violenta. Y va y se dice que era un acto minoritario. Tú puedes hacer la foto del mosaico o de la esquina en la que no hay gente. El mismo acto, pero desde dos puntos de vista diferentes. Aunque ya se sabe que es cosa de ciertos medios...

-En Madrid debe de tener muchos colegas catalanes, ¿no?

-En El secreto... es una pasada. Y es que en Barcelona el mundo de la cultura está en estos momentos muy mal. A la serie están entrando muchos personajes nuevos, todos catalanes... o, si no, de Mallorca. Eso es porque Catalunya tiene una gran cantera de actores y todos están en Madrid. Está bien que haya un movimiento entre regiones, pero que sea por voluntad propia, no por falta de trabajo. Aunque, bueno, eso mismo pasa en muchos otros sectores.

-El secreto... lleva más de 600 episodios y usted desea que llegue a los 1.000. 

¿Si la serie funciona así de bien, tiene para años. Ahora que yo no sé si estaré en ella. Porque para que aguante, un requisito indispensable es que se renueven las tramas. Y como se trata de un pueblo, ningún personaje es imprescindible. Hay un eje central, que es Puente Viejo, y mientras haya la plaza, el colmado, la casa de comidas, la del cura y la casona...

-Con 'El secreto...' habrá notado un aumento de interés femenino...

-¡Es que son dos millones y pico las personas que nos ven cada día! ¡Y en toda España! Cuando estaba de gira con Grease, en cualquier ciudad alguien te reconocía. Me impresionaba, y pensaba: no nos relajemos, que nos ve mucha gente.

-Y sus fans serán las maduritas.

-Hombre, es su culebrón de tarde. Pero también hay hombres, niños, jóvenes... Al mes de empezar en la serie, un niño me dijo en una copistería: «Que sepas que mis abuelos me obligan a verte cada tarde». Me hizo mucha gracia. No sabía si pedirle perdón. Me salió: «Lo siento».

-Ya sin hábitos, ¿Gonzalo perderá el sex appeal propio de los curas protagonistas de 'El pájaro espino', 'La señora' o del promiscuo padre Grau, de 'Gran Hotel'?

-No sabía que una sotana pudiera dar tanto morbo. Pero el personaje seguirá siendo el mismo, solo que con otro vestuario diferente.

-¿Le agobiaba lucir sotana?

-A mí el vestuario siempre me ayuda mucho en mi personaje, y la sotana te da una rectitud. Además, te desnuda mucho ante la gente, porque no tiene bolsillos. Y es que con eso se juega, porque como Gonzalo es un personaje franco y directo...

-¿Y a su mujer le gustaba así?

-Ella no le encontraba el sex appeal. Me prefiere con mis pendientes y divertido como voy yo. Solo veía a su marido disfrazado.

-¿En dónde le gustaría ver su nombre escrito con letras de oro: en el cine, el teatro, la tele?

-En todos, aunque no hace falta que sean de oro. Me es igual estar el quinto o el séptimo. Pero estar.