TÚ Y YO SOMOS TRES

Infame parodia, de Vic a Madrid

Ferran MONEGAL

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El naufragio de la cadena Cuatro no admite disimulos. Sus registros de audiencia están bajo mínimos. Parece que Mediaset solo sabe hacer un tipo de televisión: las ratomaquias y los realitys caníbales. O sea, el típico estilo telecinque. Si los sacas de ahí no saben construir una cadena alternativa. Esta semana nos han proyectado una primicia: han estrenado una chatarra de programa titulado Me cambio de apellido. Es bastante infame lo que hemos visto en este primer capítulo. Han reclutado a una familia de Vallecas, los Castaño, y a otra de Les Masíes de Voltregà, los Blancafort, y los han intercambiado de domicilio. El dibujo que nos han hecho de ellos es de sonrojante bochorno. Los Castaño son torpes, toscos, brutos, primitivos, machistas, incultos, obesos, forofos de los toros, fieros partidarios del Santiago y cierra España, y hooligans del Real Madrid. Los Blancafort son cultos, aseados, evolucionados, civilizados, sensibles, progresistas, independentistas hasta la médula, y además anti taurinos y anti fútbol. ¡Ah! Es tan canalla el descompensado reparto de tópicos, que yo creo que hasta en TV-3 se asustarían.

Hay un momento particularmente cafre, cuando un amigo de los Blancafort lleva a los Castaño, en bici, hasta lo alto de un mirador desde el que se divisa toda la plana de Vic. Toño Castaño, al llegar a esa cumbre, advierte que hay una estelada, enorme, que ondea. Y saca entonces la bandera del Real Madrid y la cuelga también del mismo mástil gritando en tosco tono humorístico: «¡Hemos conquistado la plana de Vic y Catalunya, viva la banderita y el Real Madrid!». El amigo de los Blancafort la retira enseguida y dice: «¡Ser del Real Madrid es una cosa, pero plantarlo en mi casa no, tío!» y añade mirando a cámara: «Son muy cerrados, cabezones. Con esto lo digo todo. No entienden ni van a entender nunca lo que somos aquí. Aquí somos abiertos». Por suerte habían traído un fuet, y se tranquilizaron dándole mordiscos.

Con este falso retrato que han construido en Me cambio de apellido, quizá buscaban un contraste para hacer un espectáculo de risas. Han querido hacer una gracia, un chiste largo, de más de 60 minutos, a base de manosear tópicos y parodiar famílias, aprovechando la triste actualidad de un conflicto social y político. En casa no es risa lo que nos ha producido. Vergüenza ajena, mucha.