Alejo Sauras: "Como actor, tengo mucho que celebrar'

El actor de la serie Algo que celebrar' (Antena 3) representa actualmente la obra de teatro 'El eunuco' y estrena película

Alejo Sauras

Alejo Sauras / JUAN MANUEL PRATS

INËS ÁLVAREZ / BARCELONA

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Es un actor pluriempleado en un momento difícil de la profesión: durante unos meses ha estado simultaneando la representación de la obra teatral 'El eunuco' con la grabación de la serie del Grupo Secuoya 'Algo que celebrar', que hemos visto hasta hace poco en Antena 3, y tiene una película por estrenar: 'Sólo química'. Alejo Sauras (Palma de Mallorca, 1979) es el estrés personificado. Pero él dice sentirse feliz.

–Televisión, cine, teatro. Usted sí que tiene algo que celebrar. 

–Sí, tengo mucho que celebrar. Casi siempre lo he tenido, pues esta profesión me ha tratado muy bien. Soy afortunado, porque tener trabajo, y en mi caso, tanto, es un lujo enorme con los tiempos que corren.

–¿Qué hacía a esta serie diferente de otras sobre una familia? 

–Se quería que el telespectador se sintiera identificado con esa familia como si fuera la suya la que estuviera en pantalla, y para ello se decidió no usar decorados, sino rodar en los lugares naturales. Si queríamos grabar una boda, íbamos a la iglesia; si era un funeral, al tanatorio. Se usaba la menos luz artificial posible...

–No debía de ser fácil el rodaje. 

–No. Adecuamos las jornadas laborales para que hubiera días y noches. Y rodamos la serie en invierno, cuando la mayoría de las tramas son en verano, por lo que la ropa era ligera y pasábamos mucho frío. En el primer capítulo, los hermanos nos tirábamos a la piscina... ¡en pleno noviembre y en la sierra! La finalidad era que la gente viera la serie como algo natural, que pareciera su familia o la de sus vecinos. Por eso las cosas que ocurrían, teniendo en cuenta las licencias que se le permite a la comedia, se intentaba que le pudieran ocurrir a cualquiera.

–Filmes de celebraciones sí que abundan. ¿Se inspiró en alguno? 

–He visto muchos, sobre todo británicos, que son los que más se acercan a esta serie. Yo, personalmente, en el que más me he inspirado es en la película Love actually.

–¿Y también en su familia? 

–Absolutamente. Vengo de una familia enorme. Mi madre son 11 hermanos y soy el nieto número 35 de esa rama. Las reuniones familiares de niño parecían manifestaciones. Nuestro mayor problema era si habría mesas para todos. En algunas secuencias me veía y decía a mis compañeros: «¡Estoy teniendo una regresión personal!».

–En esas fiestas suelen aflorar las pasiones. Amores y odios. 

–Sí, las verdades salen, porque no todo el mundo se lleva bien, y se hacen barbaridades. Nosotros intentábamos hacer tramas verosímiles, pero, a veces, el director temía apartarse de la realidad, y yo le decía: «Yo he hecho cosas mucho más salvajes en mi familia». Yo, con 11 años, en Nochebuena, me cogí a los 15 o 20 primos que tenía allí, me los llevé a pedir el aguinaldo y, como no nos abrían la puerta, les puse a pedir en los semáforos con una pandereta. Y sacamos mucho dinero, ¿eh? [ríe].

–Apuntaba maneras. ¿Es un bala perdida como Santi, su personaje? 

–Quiero pensar que soy bastante más serio. Y solo tengo una hermana, con lo cual esa riqueza de personalidades dentro de la familia cercana no la he tenido. Además, Santi es un vividor, y yo no. Lo que sí tenemos en común es que ambos intentamos sacar el máximo partido de lo que hacemos. Yo no soy un bala perdida como Santi, no tengo que hacer esos propósitos de ser más serio y responsable , porque, a mi edad, ya lo he logrado. Pero Santi me recuerda, en algunos aspectos, a mí cuando era joven. Y, eso sí, ambos somos muy emprendedores.

–¿Yqué le parece eso de casarse para poder madurar? 

–No creo que casarse sea la forma de dejar de hacer nada. Yo creo que hay que hacerlo solo por amor. Él creía que, además, así sentaría la cabeza, y yo con eso no estoy de acuerdo [ríe]. Es como quien tiene un hijo para salvar su relación.

–Con Norma Ruiz, su hermana Eva en la serie, se le veía química. 

–Jamás había trabajado con ella; la conocí el día que empezamos a ensayar y hemos hablado de lo curiosamente bien que nos ha salido la relación. Tenemos unas personalidades muy parecidas y, a la vez, cosas que difieren, como los hermanos. A mí, en muchos aspectos me recuerda a mi hermana, aunque esta sea más responsable, más seria, más cabal, más lógica que Eva. Pero en la relación sí que la he visto: el tener esa confianza para decirnos de todo y seguir queriéndonos.

–¿Usted también era consentido? 

–No, pero desde pequeño he sido una persona independiente. Porque mis padres, más allá de guiarme por el camino que consideraban correcto, nunca me han dicho lo que debía hacer ni han intentado influirme en nada. Yo jamás he sabido ni a qué partido político votan mis padres, porque han intentado educarnos en libertad. Siempre quisieron potenciar que viviéramos la vida que queríamos vivir y cometiéramos nuestros propios errores.

–Su otra familia ha sido 'Los Serrano'. ¿Le ha dejado huella la serie? 

–¿Cómo actor? Sí, porque fueron seis años y 12 o 13 temporadas. Una bestialidad. Cuando pasas tanto tiempo con tantas personas, con las que, además, tenías una buena relación, acabas formando parte de una especie de familia. Recuerdo que Resines era el padre de todos y le pedíamos consejo, y Antonio Molero era para mí como un hermano mayor. Además, no es usual trabajar con actores con esa experiencia y formación durante tanto tiempo, y de ellos aprendes muchas cosas que te sirven para otros trabajos. Sí que es una serie que tengo presente, sí. Aparte, porque la siguen emitiendo y la gente me lo dice por la calle.

–Aunque quizá la más emblemática fue 'Al salir de clase', ¿no? 

–Ese es otro proyecto que guardo en el corazón. Al margen de que me siento muy orgulloso de mi personaje, Santi, porque era el primer homosexual serio. En aquella época era muy difícil. Cuando me dijeron que haría un papel de homosexual, me asusté, porque los que se habían interpretado hasta entonces eran en clave de comedia, de ridículo. El guionista me dijo: «Yo lo que quiero es que la gente que vea la serie entienda lo que es la vida de un homosexual en un entorno en el que le es hostil». Y en los años 90 aún era así. Lo que queríamos contar es que hay personas que tienen sentimientos y que el rechazo les hace sufrir mucho. Recibí cientos y cientos de cartas de personas con el mismo problema que mi personaje. Las guardo todas. Tengo cajas y cajas en casa y de vez en cuando releo alguna, porque es tremendamente gratificante que alguien te escriba para darte las gracias por el personaje que has interpretado.

–Fue una gran cantera. Como no es licenciado, ¿aquella fue su universidad, y los actores, su promoción? 

– Una vez los conté y fuimos 220. Fue fantástico. No paraban de entrar actores maravillosos con los que he coincidido en otros sitios. Con el que más he trabajado ha sido con Víctor Clavijo, uno de los actores que más admiro. Guardo amistad con muchos e incluso visito a los que viven fuera. A Elsa Pataky, una gran amiga mía, la voy a ver siempre que viajo a EEUU. Y ahora, como con esta crisis económica que nos está mandando a todos a la mierda, hay mucho actores que se han ido a Latinoamérica, yo ,que voy mucho por allí, no dejo de visitarles. Una de las buenas cosas de esta profesión es que nos tenemos mucho cariño.

–¿No era un buen estudiante? 

–Solo de las cosas que me gustaban. Nunca entendí por qué tenía que estudiar lo que no me interesaba o no iba a utilizar. Pero los títulos solo te los dan por aprobar todas las asignaturas. Estudié Electrónica de Comunicaciones y aprobé unas oposiciones de técnico de areonaves para Iberia. A mí siempre me ha apasionado la aviación y quería ser piloto. De hecho, ahora lo soy, porque de vez en cuando alquilo un avión y me doy un paseo. Tuve que estudiar bastante para sacarme el título, y lo hice gustosamente. No cuestan las cosas que nos gustan.

–Y ha estudiado interpretación.

–Siempre hay que seguir formándose. Ahora no tengo tiempo material, pero es importante. Lo bueno de nuestra profesión es que, ya que la edad no existe más allá del personaje que interpretas, siempre estás formándote. Si actores a los que considero más completos lo hacen, yo, con más motivo.

–En Al salir... grabó 500 capítulos en dos años. Mejor escuela... 

–Sí, fantástica. Aunque en aquel momento le habría dicho que era horrible, porque hacíamos el equivalente en tiempo a un capítulo diario y había que rodar todos los días e irte a casa a estudiar el del siguiente. Era muy duro, pero ahora, cuando vas a trabajar, dentro de la inseguridad que tenemos los actores, tienes la seguridad de que si pudiste hacer aquello, serás capaz de hacer lo que sea.

–¿Y eso de estudiar japonés? 

–Japón siempre me atrajo. Cuando era pequeñito, mi padre tenía en el aeropuerto una compañera japonesa que vivía en mi barrio. Yo iba a su casa y me enseñaba libros y dibujos y me hablaba de la cultura japonesa. Además, de niño, como nací en Palma de Mallorca, y pasaba allí mis veranos, hablaba mucho inglés con los turistas, por lo que, como ya sabía más que la mayoría de la gente de mi edad, me busqué el japonés. Y lo disfruté muchísimo.

–Si le falta trabajo, que veo que no, siempre tendrá mercado allí. 

–No crea, los actores siempre estamos faltos de trabajo. Ahora puedo presumir de haber hecho en el 2014 una película, una serie y teatro, pero el 2013 me lo pasé en mi casa. En esta profesión es así.

–Ha estado haciendo teatro mientras grababa la serie. 

–Desde septiembre, de lunes a viernes rodadaba –con jornadas larguísimas por ser exteriores que, además, estaban a más de una hora de camino– y los fines de semana tenía función. El domingo noche volvía corriendo a Madrid porque el lunes grababa. Luego, la cosa se complicó porque estamos en La Latina de miércoles a domingo.

–Suena bastante duro

–Era un sacrificio. Después de rodar toda la semana, cuando tus amigos iban a descansar, tú cogías un avión o un coche para ir a la otra punta de España. Pero cuando llegabas al teatro, se te quitaban todos los males, y no lo cambiarías por nada.

–Eso es que la obra triunfa, ¿no? 

–Sí. La de 'El eunuco' es la compañía española que más funciones tiene contratadas después de la de Concha Velasco. Y eso es un orgullo.

–Y estrena filme: 'Sólo química'. 

–Sí, en abril, en Madrid y Barcelona, y en el festival de Málaga. Es la historia de una chica que se enamora de una estrella de cine, y resulta que es correspondida.

–¿Lo bueno de una serie es que se desarrolla más el personaje? 

–Una película la comienzas con más información, pero en una serie puedes ir desarrollando tu personaje. Y cuando llegas a los 60 u 80 capítulos, ya lo conoces a la perfección.

–Cuando les dan tiempo. La serie 'Fenómenos' no llegó a funcionar

–No gustó en absoluto [ríe]. Las cosas son así. De los éxitos se aprende, pero más de los fracasos. 'Fenómenos' no funcionó nada, solo el primer día, y yo aprendí mucho. Si nunca fracasáramos, no avanzaríamos.

–Oiga, ¿tiene tiempo para vivir? 

–Durante unos meses me he levantado entre las cinco y las siete; a las ocho, con suerte. Acababa a las seis de la tarde de grabar y me iba corriiendo al teatro. Mi primer fin de semana libre lo tengo en julio. Últimamente mi vida ha sido mi móvil para comunicarme con mi madre, mi hermana, mis sobrinos y poco más. Pero soy muy afortunado, porque lo que hago me hace feliz.