Los retos de la educación

Solo la mitad de los estudiantes de formación profesional logran el título

MARÍA JESÚS IBÁÑEZ
BARCELONA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

La formación profesional (FP) no es la panacea, aunque en los últimos años el impulso que han tomado estos estudios ha permitido equilibrar la situación y ha contribuido a que la brecha entre los ciudadanos con título universitario y los que carecen de cualificación, la denominada polarización del sistema educativo, se hiciera algo más estrecha. Las dificultades del mercado laboral, con unas tasas de paro juvenil disparadas, han conseguido que muchos jóvenes se animaran a proseguir sus estudios o que, en el caso de los mayores de 25 años, se reengancharan y volvieran al instituto.

Pero la mejora no ha sido, al menos en España, tan significativa como la que han experimentado otros países castigados, igual o más, por la crisis. Lo demuestra, por ejemplo, una tasa de graduados en FP que sigue siendo, en el conjunto de España, de poco más de la mitad de los matriculados. Es decir, los jóvenes que antes abandonaban después de completar la educación obligatoria (ESO), ahora prolongan un tiempo más sus estudios y un 42,3% de ellos optan por hacer un ciclo de FP de grado medio. Pero solo el 50% de estos lo terminan, según datos del último anuario presentado por el Ministerio de Educación.

La constatación la hizo ayer Òscar Valiente,  doctor en Sociología y profesor de Educación en la Universidad de Glasgow, colaborador también de la OCDE, que ha coordinado estos últimos meses el estudio Los retos de la formación profesional en Catalunya, elaborado por los investigadores Adrián Zancajo y Ángel Tarriño y encargado por la Fundació Jaume Bofill.

El problema no es, como se ha dicho alguna vez, el exceso de graduados superiores, insiste Ismael Palacín, director de la Bofill. El problema es el déficit de profesionales con formación media. «La FP no debe ser una vía muerta hacia la que derivar a la gente con problemas de aprendizaje, ya que estos estudiantes acaban fracasando igualmente, aunque sea más tarde». Por eso, agrega, la Generalitat debería dejar claro que se desmarca de la nueva Formación Profesional Básica prevista en la ley orgánica para la mejora de la calidad educativa (LOMCE). «Este Gobierno ha de demostrar que tiene una concepción diferente sobre la FP que la que tiene Madrid», clama.

EMPEZAR POR LA BASE / Para la consellera de Ensenyament, Irene Rigau, el informe de la Bofill olvida un hecho determinante. «Hemos pasado en unos pocos años de una tasa de graduación en ESO de poco más del 75% a una tasa, el curso pasado, de alrededor del 85%», destaca. Al incrementar la base de estudiantes con el graduado escolar, señala Rigau en declaraciones a este diario, «se amplían también las posibilidades de que paulatinamente vaya habiendo también más alumnos que acceden a la educación posobligatoria, incluida la FP, a la que ya están llegando el 40% de los que terminan la ESO frente al 60% que optan por el bachillerato».

Todo eso lo ha acompañado la Generalitat con una ampliación «importante de la oferta de plazas de FP, que han pasado de 90.000 a 120.000 este año, con un aumento significativo de estudiantes mayores de 25 años que cursan ciclos formativos y con un incremento también de alumnos en las escuelas de adultos y en el Institut Obert de Catalunya, que ofrece formación a distancia». «Sin olvidar -agrega- la apuesta por la formación profesional dual», que desde su implantación hace tres años ha multiplicado por cinco el número de alumnos que la siguen.

Además, agrega finalmente la consellera, «la Bofill extrae conclusiones sin tener en cuenta que la Generalitat y el Consell Català de la Formació Professional trabajan y tienen ya muy adelantada la nueva ley de la FP, que regulará el sector de forma más coherente, como formación a lo largo de la vida».