División en las filas populares

El presidente extremeño carga contra la reforma del aborto

Monago y el presidente Mariano Rajoy, en la Moncloa, el pasado julio.

Monago y el presidente Mariano Rajoy, en la Moncloa, el pasado julio.

EL PERIÓDICO
MÉRIDA

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El malestar en las filas del PP con la dureza de la futura ley del aborto va saliendo a la luz. Y no solo eso, sino que van tomando la palabra figuras cada vez más relevantes en el partido. El lunes fue uno de sus barones, el presidente de la Junta de Extremadura, José Antonio Monago, quien aprovechó su tradicional mensaje de Fin de Año para irrumpir en el debate y proclamar que «nadie puede negar a nadie su derecho a ser madre», pero que «tampoco nadie puede obligar a nadie a serlo».

Las declaraciones públicas de Monago suelen dejar huella y esta última no defraudó. Así, en su línea, pidió que caiga «todo el peso de la ley» sobre el president Artur Mas si no cumple con la Constitución y prometió la «revolución industrial» en el campo extremeño. Pero fueron sus referencias a la contrarreforma impulsada por el ministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón, las que resonaron con estrépito, en especial en su propio partido. El presidente extremeño (que gobierna con el apoyo de IU) afirmó que cree «sinceramente» que la ideología no tiene que introducirse en asuntos de Estado como la educación, la sanidad o la dependencia, «y tampoco en materias tan sensibles como la reproducción asistida o la interrupción voluntaria del embarazo».

DESIDEOLOGIZACIÓN / «Nadie puede negar a nadie su derecho a ser madre. Ni tampoco nadie puede obligarle a nadie a serlo», aseveró Monago, quien aseguró asimismo que el mensaje del pueblo extremeño es claro y contundente: «Desideologizar los temas fundamentales». Así, el presidente de la Junta dijo que Extremadura apoya una reforma de la ley del aborto por consenso, que conecte con la sociedad y  que sea reflejo de la España actual, «y para ello las posiciones se tienen que acercar».

Según el presidente extremeño,  tanto en el PSOE como el PP hay personas en contra del aborto y a favor, ya que este «no es un debate cualquiera», sino que tiene «un impacto emocional enorme en todos» e implica «una gran responsabilidad». «Yo creo en la libertad y defiendo a las mujeres, pero sé que este debate requiere de una gran madurez política por parte de todos y, sobre todo, de mucho sentido común», sostuvo Monago, quien expresó asimismo su convicción de que hay que aprender «lecciones del pasado». A su juicio, la ley del aborto de 1985, aprobada bajo el Gobierno de Felipe González, «unió durante 25 años» a los españoles. «La de Zapatero solo ha necesitado tres años para dividirnos, por lo que se debe trabajar por una ley del aborto que dure al menos otros 20 años», concluyó.

LLAMADA AL DIÁLOGO / Finalmente, Monago reconoció que el diálogo no será fácil, pero consideró que en este anteproyecto de ley que inicia su tramitación, diputados y senadores «deben estar a la altura del entendimiento que la sociedad demanda». Para empezar, sin embargo, el PP no consideró ayer «oportunas» las comparecencias de Gallardón, de la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría y de la ministra de Sanidad, Ana Mato, que la oposición ha anunciado que pedirá.

La voz del presidente extremeño es hasta el momento la de mayor peso político entre los miembros del PP que han expresado sus reservas ante el anteproyecto de ley, y la que lo ha hecho con más claridad. No obstante, varios cargos del partido le han precedido en los últimos días. Los alcaldes de Valladolid y Zamora, Francisco Javier León de la Riva y Rosa Valdeón, y el presidente del PP de Guipúzcoa, Borja Sémper, cuestionaron que deje de ser legal abortar en caso de malformación fetal. La delegada del Gobierno en Madrid, Cristina Cifuentes, dijo ser partidaria de una regulación de plazos, y el presidente gallego de Nuevas Generaciones, Javier Dorado, pidió libertad para que las mujeres elijan. Ninguno de estos movimientos, sin embargo, es comparable a la magnitud del efecto Monago.