ALGUNAS DE LAS EXPERIENCIAS

Mucho más que vino

La cooperativa L'Olivera ofrece trabajo en el campo y residencia a 12 jóvenes discapacitados en riesgo de exclusión social en una masía del Ayuntamiento de Barcelona en Collserola

Trabajo en equipo 8 Tres de los jóvenes que viven y trabajan en la masía de Can Calopa en el proyecto vinícola gestionado por L'Olivera.

Trabajo en equipo 8 Tres de los jóvenes que viven y trabajan en la masía de Can Calopa en el proyecto vinícola gestionado por L'Olivera.

H. L.
BARCELONA

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Viendo una fotografía cerrada del espacio, nadie situaría la masía de Can Calopa en el término municipal de Barcelona. No solo por su imponente fachada rural, sino, sobre todo, por su entorno: un bucólico viñedo. Abriendo solo un poco el ángulo, el Tibidabo y la torre de Coll-

serola la delatan. La de Can Calopa es la primera parcela de la capital catalana en la frontera con Molins de Rei; la agrícola tierra en la que hace una década el entonces alcalde Joan Clos hizo realidad su sueño de construir una bodega donde elaborar el «vino del Ayuntamiento de Barcelona»; proyecto cuya gestión asumió hace cuatro años la cooperativa de integración social L'Olivera, que convirtió la polémica apuesta del exregidor en un aplaudido centro especial de trabajo e incorporó una residencia donde viven los 12 jóvenes con discapacidad intelectual en riesgo de exclusión que trabajan la tierra y participan en todas las fases de elaboración del reputado vino. Desde la recogida de la uva al etiquetado manual de las botellas.

La cooperativa -nacida en 1974 en Vallbona de les Monges (Urgell)- ofrece a estos 12 jóvenes, la mayoría de ellos llegados directamente de un Centro Residencial de Acción Educativa, además de trabajo, un hogar.

«Trabajamos de ocho y media a cinco. Con un descanso a media mañana y otro a mediodía para comer», explica Ivan, uno de los 12 jóvenes, el único con una discapacidad también física, que no le permite trabajar la tierra pero sí hacer -y muy bien- tareas administrativas. «Cojo el teléfono, hago las facturas...», detalla orgulloso mientras hace el bocadillo junto a sus compañeros, estos sí hechos unos auténticos payeses. La idea es que Can Calopa sea un puente para la inserción de estos chicos -el mayor tiene 30 años-, no solo al mundo laboral, sino al mundo en general. El proyecto es joven y aún no se han iniciado las primeras reinserciones, pero el objetivo sería que las personas estuvieran en el espacio unos cinco años.

Nuevas vías de negocio

Pero, conscientes de las dificultades del mundo laboral en el contexto actual, están tratando de crear ellos mismos (más) empleo. En esa línea, trabajan en una reforma de la primera planta de la masía -proyecto que ya han presentado al Ayuntamiento de Barcelona y ha sido aprobado- que permita ofrecer visitas guiadas a los viñedos los fines de semana para dar a conocer el proyecto y hacer catas. Solo catas, ya que la cosecha de Can Calopa es propiedad municipal y no puede venderse. El próximo día 25 organizan una jornada de puertas abiertas. Los vinos que sí pueden vender y venden son los que producen en Vallbona de les Monges, donde también producen con la misma lógica aceites, que presentan en mercados.