EXCARCELACIÓN DE UN DELINCUENTE DE LOS AÑOS 90

El 'loco del chándal', libre pese al riesgo de que vuelva a agredir

González, en 1995.

González, en 1995.

J. G. ALBALAT
BARCELONA

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Con la cara totalmente tapada, gafas de sol y un gorro, salió ayer por la tarde de la cárcel de Brians 2, en Sant Esteve de Sesrovires, Manuel González González, más conocido como el loco del chandal, condenado a 169 años de prisión por un asesinato, seis fustrados, una tentativa de homicidio, tres lesiones y otros delitos. El tribunal de la Audiencia de Barcelona que le juzgó ha acordado su libertad a raíz de la sentencia del Tribunal Europeo de los Derechos Humanos que anuló la doctrina Parot, lo que le ha permitido reducir el tiempo de estancia en la cárcel. El equipo de tratamiento del centro penitenciario redactó el 30 octubre pasado un dictamen en el que advertía de que el reo no estaba rehabilitado y de que el riesgo de cometer un nuevo «delito sexual y acabar con la vida de la víctima es extremo».

Eran poco más de las cuatro y media de la tarde cuando González cruzaba la puerta de la prisión de Brians. Le esperaba un antiguo compañero de celda que le ayudó a cargar con las cuatro bolsas donde llevaba sus pertenencias. El loco del chandal se colocó en el asiento del copiloto del coche de  su amigo y se alejó. Ha permanecido entre rejas casi 20 años.

PSICOSIS EN EL BAIX LLOBREGAT / A principios de la década de 1990 la psicosis se desató en el Baix Llobregat. Un joven que normalmente vestía ropa deportiva (de ahí su apodo) llegó a pinchar con flechas y navajas las nalgas a 13 mujeres entre 1991 y 1993. Una de ellas, María del Carmen Díaz, de 31 años, murió. González, un carnicero de 29 años, medio sordo, enólogo aficionado y con problemas con las mujeres, fue detenido tras ser identificado por perder un parte médico en su última agresión. Fue condenado a 175 años, aunque después el Tribunal Supremo le rebajó la pena a 169 (su primer permiso estaba previsto para el 2019), con un máximo de cumplimiento de 30 años.

Las sentencias sostenían que González actuaba para conseguir una satisfacción sexual y con ánimo de matar. Por su condición de carnicero, señalaban, «tenía mayores conocimientos anatómicos y mayor habilidad y fuerza para manejar cuchillos u otros instrumentos cortantes».  Además, estaba afectado por una desviación sádica.

Las víctimas, que fueron convocadas el jueves pasado por el tribunal para avisarles de la excarcelación, han advertido de que sale a la calle «una bomba para la sociedad» al no estar rehabilitado. La abogada de una de las agredidas, María José Varela, aseguró ayer que las mujeres atacadas por el loco del chándal afrontan su excarcelación con «espanto» y «horror», porque les preocupa tanto su seguridad personal como la del resto de mujeres.  Las víctimas pidieron en la reunión una imagen actual de González para adoptar medidas de autoprotección, así como saber dónde va a vivir. Los magistrados les explicaron que no podían atender sus requerimientos alegando el derecho a la intimidad de González, quien, remarcaron, es a partir de ahora un hombre libre.

VIGILANCIA DISCRETA / El fiscal general del Estado, Eduardo Torres-Dulce, insistió ayer en que todas las fiscalías de España tienen indicación de activar protocolos de conexión con las fuerzas de seguridad para adoptar medidas de prevención ante las excarcelaciones derivadas de la anulación de la doctrina Parot. Posiblemente González será sometido por la policía a una discreta vigilancia.

Según el equipo de tratamiento de Brians 2, el loco del chandal ha tenido «una trayectoria irregular» en la cárcel, estando casi todo el tiempo «distante y desconfiado». No han percibido en él ni un «sentimiento de empatía respecto a las víctimas». Nunca se ha sometido a terapia. El informe incide que tiene «un deseo sádico que en un momento dado puede ser una necesidad».