Gente corriente

Iñaki Lemiechevsky: "Las ecuaciones se nos dan mejor que saludar"

El síndrome de Asperger le ha hecho protagonista de un documental que viaja de festival en festival

«Las ecuaciones se nos dan mejor que saludar»_MEDIA_1

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CARME ESCALES

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Sin empatía para poder identificarse e interactuar con el estado de ánimo ajeno, pero con sorprendentes capacidades cognitivas y memorísticas. Así se define el síndrome de Asperger, que arropa la vida de Iñaki Lemiechevsky. Un coeficiente intelectual de 150 en las áreas lógicas de su cerebro -de 90 a 115 es lo común- hace de él un chaval brillante, un pez en el agua conversando sobre física cuántica en CosmoCaixa con el físico, profesor e investigador de la UB Jorge Wagensberg, una imagen del documental Through me (A través de mí), en el que la realizadora Andrea Lamount retrata su día a día.

-¿Qué te hace diferente de los demás?

-Las personas con síndrome de Asperger tenemos más inteligencia racional, nos obsesionamos más de la cuenta con los temas, pero no sabemos socializarnos, carecemos de inteligencia emocional.

-¿Qué es para ti la inteligencia emocional?

-Es lo que hace que la mayoría de personas tengan ya implícitas en ellas normas sociales como decir hola y adiós, dar las gracias y pedir las cosas por favor. Para mí es mucho más fácil resolver un sistema de ecuaciones que presentarme bien en una cena. Se nos dan mejor las ecuaciones que saludar.

-¿Lo pasas mal por ser como eres?

-Lo paso mal en algunos momentos. Cuando voy a comprar el pan, simplemente, me olvido de saludar, los modales forman parte de las normas de la sociedad que yo no entiendo. En realidad, no sé describir los sentimientos, es algo tan abstracto... Pero sobre todo lo pasé muy mal en segundo curso de primaria. Algunos compañeros de clase me hicieron bullying. Fue el peor año de mi vida. A mí los otros no me aceptan del todo, me ven raro y no me entienden. El patio es demasiado estresante para mí, por eso tengo un permiso especial para quedarme en el aula a la hora del descanso.

-¿No tienes amigos en clase?

-Solo tengo un amigo en clase, y también tiene síndrome de Asperger.

Iñaki Lemiechevsky nació en Uruguay en el 2001, y al año siguiente viajó con sus padres a Catalunya, donde la familia quiso abrirse un futuro mejor. Ocho años después llegó el diagnóstico de Asperger, y con él la medicación para tratar el trastorno obsesivo-compulsivo (TOC).

-¿Qué has notado desde que tomas pastillas?

-Más sueño. Muchas veces aprovecho la hora del patio para dormitar un poco. Dormito también mientras estamos dando clase, puedo dormitar escuchando perfectamente lo que dice el profesor. Incluso puedo dormitar mientras camino. Es una sensación de descanso que me regenera como si estuviera durmiendo sin estarlo.

-Dicen tus padres que a los 3 años ya dominabas las estrategias de los videojuegos y que aprendiste inglés solo, leyendo instrucciones que tú mismo buscabas en internet. ¿No te aburres en clase?

-Sí, porque me resulta demasiado fácil lo que hacemos en el instituto. Solo me encanta cuando tenemos examen, porque ese día no tengo deberes. Cuando tenía 4 años leía cuentos al resto de la clase. Y en clase de catalán de primero, cuando de las 12 unidades del libro la clase estaba en la primera página del tema 4 yo ya hacía los ejercicios del tema 11.

-¿A qué te gustaría dedicarte de mayor?

-Me gustaría ser físico, programador, ingeniero electrónico, arquitecto o político, para poder hacer que todos los seres humanos puedan vivir con confort, al menos como vivimos nosotros.

En la mente de sus padres, otro deseo: «Que Iñaki reciba las herramientas necesarias para integrarse en la sociedad y sepa vivir en ella y relacionarse con las personas que valen la pena. Y que sea feliz».