Gente corriente

«Falta más compromiso social de las empresas»

La responsabilidad social corporativa y los recursos humanos son la especialidad de este docente y consultor.

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CARME ESCALES

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Del mismo modo que la solidaridad mundial va llegando a sus destinos de necesidad como fina lluvia, constante, discreta y anónima, hay lecciones de ética que aterrizan cada día en aulas de futuros empresarios. Escuelas de negocios y facultades dan pautas para consolidar empresas, expandir la internacionalización de marcas o hacer fructíferos proyectos de pequeños emprendedores que no están reñidas con responsabilidad social y valores humanos. Al menos, según el programa de profesores como José Manuel Figueroa (Pinar del Río, Cuba, 1966).

-¿Qué pasa al llegar al mundo real?

-Codicia, autoritarismo, dogmas y demasiados prejuicios están presentes en muchas empresas. Todo eso dificulta o imposibilita compatibilizar la competitividad con los valores. La sostenibilidad pasa por equilibrar  lo que sobra y lo que falta, y para ello es necesario un compromiso real de las empresas con la sociedad en general y con su entorno en particular. El planeta es un ser vivo y nosotros somos sus partes conscientes, los responsables de su preservación. Falta más compromiso social de las empresas, empezando por el cuidado de sus empleados.

-Usted es doctor en recursos humanos (UPC), máster por la EAE, consultor de esta materia y licenciado en Psicología (Universidad de La Habana). ¿Qué peso da el empresario a los recursos humanos?

-La gestión de los recursos humanos es el último mono en la empresa. El factor humano aún no tiene el espacio que debería tener en ella y no sé por qué, pues está hecha de gente. Como en la pareja, también en la empresa debe haber un complemento de competencias entre sus miembros. Nos curramos el proceso de selección de la persona con la que haremos equipo en la vida y no lo hacemos en la empresa, sin darnos cuenta de que, a más acierto en la selección y ubicación idónea de las personas, más sostenible será el proyecto empresarial.

-¿Qué determina una ubicación idónea?

-Para esto la psicología es fundamental, permite estudiar las peculiaridades de cada ser, sus capacidades y habilidades, preferencias, aspiraciones, necesidades... Solo así se pueden armonizar los intereses de las personas con los de las empresas. La gente quiere trabajar en empresas que representen sus valores como ser humano. Para crecer juntos hay que establecer intereses mutuos y ser justos a ambos lados.

-¿Por qué no se atiende más a ello?

-Las empresas están demasiado centradas en la gestión comercial -quieren vender- y en la gestión financiera, pendientes del dinero que ganan y el ahorro de costes. La gestión de las personas la consideran un gasto y no se evalúan los costes de una deficiente política de recursos humanos. Nadie valora en serio las pérdidas derivadas de la errónea ubicación de una persona en puestos directivos o técnicos para los que no están preparados o suficientemente motivados. Pero ¿quién cuantifica el coste de una mala decisión en una empresa?

-¿Y el impacto de llamar al despacho a un empleado a su entrada en el trabajo a las ocho de la mañana y anunciarle que se va, sin apenas dejarle recoger sus cosas?

-No los preparan para el proceso de salida por temor a represalias. Pero antes de despedir habría que valorar alternativas, como la reducción de jornada o sistemas de colaboración como autónomos, porque nunca será lo mismo que encontrarse en la calle de golpe. El coste personal, familiar y social del despido es demasiado alto.

-Usted da clases en Foment del Treball. ¿Qué consejos da a quien está en paro?

-La internacionalización, el turismo y la logística son campos en expansión. Dominar idiomas es clave, y hacer contactos y presentar el currículo personalmente, también. Y si se refuerzan la autoconfianza y las marcas personales, el autoempleo es otra salida.