El calvario del lavacoches

«Estoy mal pero soy fuerte»

Una vida humilde 8 Imágenes de Óscar Sánchez en diversos momentos de su vida; el lavacoches apenas salió de su pueblo

Una vida humilde 8 Imágenes de Óscar Sánchez en diversos momentos de su vida; el lavacoches apenas salió de su pueblo

MICHELE CATANZARO
BARCELONA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

«Óscar debe estar hundido, tras recibir esta noticia», afirma Rosa Funtané, una de los amigos del lavacoches de Montgat que han creado una plataforma en su defensa. Rosa se refiere a la decisión de la jueza del tribunal de nápoles de rechazar su liberación. Los conocidos de Óscar están preocupados por su capacidad de aguante en la superpoblada cárcel de Poggioreale, en Nápoles.

Y es que su entorno coincide en señalar que Óscar tiene una delicada psicología que puede sufrir especialmente en el entorno de la cárcel. En opinión de Roser Dalmau, asistenta social de Montgat que trató al lavacoches cuando cuidó a su madre, Óscar puede tener un pequeño retraso mental.

El consuelo de las cartas

En este contexto, las cartas que envía y recibe son el mejor consuelo para el lavacoches.«Yo estoy mal y enfermo- admite Óscar en una carta enviada su sobrino el pasado 14 de junio a la que ha tenido acceso EL PERÓDICO-pero soy un chico fuerte».«Estoy en prisión en Italia por algo que no he hecho», añade.«Sé un chico fuerte como lo soy yo», le recomienda al sobrino.

«Las misivas intercambiadas con amigos, vecinos y familiares son el hilo del cual Sánchez se agarra para aguantar la falta de libertad.«Me acuerdo de vosotros y eso me da fuerzas», escribe Óscar. El lavacoches se esfuerza de mantener un vínculo con su pueblo, el mundo, del cual apenas salió en sus 44 años de vida.«Quiero también saber cómo están las cosas por el barrio y cómo está la casa», escribe en la carta, en la cual le envía recuerdos a la propietaria del autolavado en el que trabajaba y a su hermano José Antonio.

Según sus amigos y familiares, la vida de Sánchez consistía en trabajar, visitar a su madre hasta que murió, y poco más. Se alejó de Montgat solo para hacer el servicio militar y durante una temporada en la que trabajó en Barcelona. Sus trabajos siempre fueron humildes: la mayoría de su vida laboral la pasó en el autolavado del pueblo, menos una temporada en la que hizo de peón en una cordelería del pueblo.

Este estilo de vida y sus limitados recursos económicos no encajan con el perfil de un traficante internacional de drogas, según sus conocidos. Su única contacto con este mundo era, explica un amigo, el consumo esporádico de algún porro. Todo el mundo que formaba su entorno excluye que tuviera nada que ver con drogas duras y mucho menos con el tráfico de estupefacientes. Sobre todo, nadie cree que esta persona a la que«si dejaras en un barrio de Barcelona que no conoce no sabría volver al pueblo»según dice un amigo, sea capaz de viajar numerosas ocasiones a Italia y embolsarse centenares de miles de euros a cambio de exportar unos 100 kilos de cocaina.«Podría ser quien llevara el café, pero no sería capaz de organizar nada por el estilo», afirma un conocido.

Pequeñas alegrías

En su carta, Óscar envía a su sobrino un dibujo del escudo del Barça con el nombre del chico. Ver la final de la Champions junto con un compañero de Ucrania aficionado al Barcelona es una de las contadas alegrías que ha experimentado en la prisión. Otra ocasión fue un episodio ocurrido en la cárcel de Roma, que Óscar cita en diversas cartas:«Se hizo un torneo de fútbol y yo participé como árbitro y me dieron un trofeo y se hizo una fiesta con los presos».

Si no se produce un giro inesperado, Óscar deberá aguantar esta vida de escasas alegrías al menos hasta pasado el verano. H