NORMATIVA MEDIOAMBIENTAL

Catalunya exige para el Ebro el doble del caudal previsto por el Gobierno

Campos de arrozales inundados de agua en la zona del delta del Ebro.

Campos de arrozales inundados de agua en la zona del delta del Ebro.

SÍLVIA BERBÍS / AMPOSTA

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La Generalitat pondrá sobre la mesa del Ministerio de Agricultura y de la Confederación Hidrográfica del Ebro, en forma de alegaciones al nuevo plan hidrológico de la cuenca del Ebro ahora en fase de revisión, una nueva propuesta de caudales ambientales para el tramo final del río consensuada con los agentes sociales, económicos y ambientales que integran la Comisión para la Sostenibilidad de las Terres de l'Ebre. Tras ocho años defendiendo un régimen sustancialmente mayor al que aprobó ayer, Catalunya ha optado por una pragmática revisión a la baja de las cifras acordadas en el 2007, siempre desestimadas por el Gobierno de Madrid.

Aun con el reajuste, la propuesta catalana duplica e incluso triplica la que defiende el Estado, de manera que en cierto modo tiene una nueva oportunidad para readecuar los insuficientes volúmenes de caudal que normativamente deberían llegar a la desembocadura, y para que se atienda a los requerimientos cada vez más acuciantes que ha empezado a hacerle llegar la Comisión Europea.

Así, de entre los 227 y los 397 metros cúbicos por segundo de caudal mínimo medio anual, en función de si se da un año hidrológicamente seco o húmedo, que reclamaba desde el 2007 la Comisión para la Sostenibilidad -un órgano consultivo formado por las diversas administraciones involucradas y representantes de diversos sectores de las Terres de l'Ebre, como regantes, sindicatos y entidades ambientalistas-, se pasa en la nueva propuesta aprobada ayer a baremos de entre 186,3 metros cúbicos por segundo para años secos y 314 metros cúbicos para húmedos (con una situación intermedia de años normales de 245). Es el resultado de adaptar las cifras a la reducción de lluvias en las últimas décadas y a la consecuente reducción de los caudales naturales del río Ebro.

En cualquier caso, es el doble o incluso el triple de los 95,8 metros cúbicos (más dos crecidas anuales, que sitúan la cifra en unos 100 metros cúbicos) que contempla el plan de cuenca aprobado el año pasado con tanto retraso que ya está en revisión.

HASTA EL 2021 / En el nuevo documento de planificación, que deberá aprobarse definitivamente antes de finales de año y estará en vigor hasta el 2021, el Gobierno central se ha mantenido inmóvil en su propuesta de caudales ambientales para el tramo final, aunque las peticiones ante el Parlamento Europeo para que supervise esas cifras por incumplimiento de sus directivas marco de Agua, Aves y Hábitats han empezado a hacer efecto.

La comisión ya ha remitido requerimientos a España para que cumpla la legislación europea y ha emitido recientemente un informe apuntando las deficiencias de sus planes hidrológicos, entre ellas las referentes a los caudales mínimos exigibles por ley para la conservación del buen estado de sus ríos.

El conseller de Territori, Santi Vila, destacó ayer que la nueva propuesta lanzada es «pragmática, realista, ambientalmente comprometida y ha permitido incorporar la ciencia al sentimiento». También subrayó que aglutina por primera vez las posiciones de «los regantes [aunque en realidad se abstuvieron en la votación], Administración y entidades ecologistas, superando muchos años de enfrentamientos».

Igualmente, remarcó Vila, la propuesta ha contado con el voto favorable del representante del Ministerio de Medio Ambiente presente en la reunión de ayer. Sin embargo, Xavier de Pedro, el presidente de la Confederación Hidrográfica del Ebro, el organismo que en primera instancia debe presentar y aprobar el nuevo documento tras analizar las alegaciones, no asistió a la cita.

La Plataforma en Defensa del Ebro, consciente de que la determinación final de caudales garantiza por ley los mínimos necesarios para la supervivencia del delta y que las cifras reducidas del plan actual dejan «sobrantes» aguas arriba para regadíos y eventuales trasvases, valoró como «positiva» la revisión, al entender que «no es una contrapropuesta a la baja sino una adaptación de los recursos reales disponibles en función de la pluviometría de las últimas décadas».