Carmen Soler: "Ponemos el foco en las capacidades y la salud"

A Carmen Soler (Murcia, 1974) «la fabricaron» -como a ella le gusta decir- en Beniparrell (Valencia), el mismo lugar donde se fabricaron los juguetes de varias generaciones de niños. Creció en un polígono industrial, jugando en los pasillos de la factoría Eureka, en la que su padre era encargado. La vivienda familiar estaba sobre la fábrica. Con sus hermanos no jugaba con juguetes, sino a fabricar juguetes. Montando cajitas de supermercado y fuertes de Comansi aportó su parte de sobresueldo a la economía doméstica.

-Nació, creció y aprendió en la fábrica...

-Nací en Murcia porque mis padres, murcianos, volvían allí en cada parto. Los cuatro hermanos nacimos en casa. Pero yo siempre digo que me fabricaron en Valencia para recalcar que llegué al mundo vinculada al entorno laboral, donde sigo, como especialista en prevención de riesgos laborales.

-¿Cómo llegó a ese sector?

-Fue a raíz de un accidente laboral que tuvo mi padre, en 1998. Yo me había licenciado en Derecho y el abogado que llevó el caso de mi padre me contrató. Estaba a punto de montar en Valencia uno de los primeros centros de prevención de riesgos laborales, cuya ley se empezaba a implantar. Me formé como técnica en ello, justo cuando surgía también la ciencia de la psicología positiva.

-¿Qué traía consigo esa corriente?

-La psicología positiva pone el acento en cómo optimizar las organizaciones y a las personas a partir de sus capacidades y fortalezas. Sobre ello levantó sus pilares mi empresa -grupotp.org-. Asesoramos poniendo el foco en las capacidades y la salud del empleado, incluso en sus aficiones. De ellas pueden surgir líneas de negocio. Pero, ¿quién conoce bien a sus trabajadores? Las organizaciones dejan escapar valor por desconocer a las personas que integran.

-¿Qué es lo que tiene más impacto positivo en la mejora de un entorno laboral?

-La conciliación está entre las medidas de mayor impacto en el bienestar del trabajador, y consecuentemente, este generará relaciones más sanas con su entorno y con la comunidad. Nosotros proponemos adaptar el puesto de trabajo a cada persona, y no al revés. Salud y gestión del personal deberían ir siempre juntos.

-¿Qué más proponen?

-Por ejemplo, la ergonomía participativa. Consiste en que los mismos trabajadores dicen lo que podría mejorar. Quien mejor conoce su trabajo es el que lo hace. Y más que por la formación, apostamos por el aprendizaje, procurándole al trabajador herramientas para que busque y aplique aprendizaje continuo. Hoy todo está en las redes. Pero para eso, el trabajador debe abandonar su zona de confort.

-¿Cómo se logra?

-Concienciándole de que todo lo que recibe en la empresa se lo lleva a casa, desde la armonía ambiental y el beneficio de las sanas relaciones personales, hasta ese aprendizaje. Un tercio de la vida la pasamos en el entorno laboral, ¿no vale la pena ser felices en él?  -mañana es el Día Internacional de la Felicidad-. También el empresario debe ser valiente y escuchar al trabajador.

-¿Qué es Hospital Optimista?

-Es lo que se nos ocurrió -con Vygon y Equipo Wont- para visibilizar mejor buenas prácticas de empresas que fomentan el optimismo y la mejora del ambiente laboral, demostrando con ello más beneficio económico. El optimismo es el mayor activo empresarial y el salario emocional es tan importante como el económico. Creamos la iniciativa Hospital Optimista porque todos en algún momento pasamos por un hospital o centro sanitario. Es un buen espejo de esas buenas prácticas y repercute en más personas. Proyectos, centros y equipos han presentado ya sus candidaturas. El 28 de abril, Día Mundial de la Seguridad y Salud en el Trabajo, se fallará.