Un 'self-made man' llamado Ramon Llull

Este año conmemoramos los 700 de la muerte de Ramon Llull (Mallorca, 1232 – 1315/ 16), una figura clave para las letras catalanas, un pensador universal que es el autor en catalán que ha disfrutado de mayor proyección internacional. Y es que, verdaderamente, la estela que ha dejado este catalán de Mallorca atraviesa de punta a punta la distancia de los siete siglos que nos separan. Escritor, filósofo, hereje, loco, místico, alquimista, teólogo, cabalista, misionero, forjador del catalán literario, precursor de la informática moderna y el lenguaje computacional, ermitaño… Todo esto y mucho más se ha dicho de Ramon Llull, creando una imagen confusa y misteriosa, fascinante e insólita, a medio camino del Llull histórico y las diversas distorsiones y mistificaciones que la leyenda ha alimentado. Sin embargo, es indiscutible que Llull fue uno de los primeros autores que utilizó una lengua vulgar, el catalán, para transmitir conocimientos filosóficos, científicos y técnicos. Hay que tener presente que la literatura luliana siempre aspira al desarrollo intelectual de sus lectores. Por eso, utiliza diversos instrumentos para intentar atrapar su atención y lograr que de esa forma comprendan ideas complejas y, a menudo, abstractas. Así, también cultivó otros registros como la narrativa, la poesía, los proverbios y la retórica, lo que le convierte en  un autor que hizo una aportación fundamental en el uso del catalán como lengua literaria.

Políglota y autodidacta, es autor de una obra inmensa, fruto de una larga vida y de una actividad incesante: 266 obras escritas en catalán y en latín que, impresas de forma moderna, ocuparían decenas de miles de páginas. A pesar de haber visitado la universidad en sus diversos viajes, Ramon Llull nunca siguió estudios universitarios reglados, lo que nos indica que es un intelectual independiente capaz de construir una obra vastísima que atraviesa todos los géneros y temáticas de la poesía a los conocimientos enciclopédicos, de la lógica a la geometría, de la mística a la narrativa, del derecho a la pedagogía, de la filosofía a la astronomía y un largo etcétera. El centro de toda esa producción, este 'sistema literario' que alcanza la categoría de un auténtico 'sistema de pensamiento' es el que se conoce como 'Arte luliano'.

Un 'arte' es, para un contemporáneo de Llull, y según un antiguo concepto clásico, una técnica adquirida. En su caso, se trata de un hallazgo filosófico-metodológico iluminado directamente por Dios que ha de permitir la conversión racional al cristianismo por parte de los infieles. Y es que Ramon Llull fue un hombre de contemplación, de pensamiento, pero también un hombre de acción, un activista cristiano. La conversión y el cambio de vida representa para él una experiencia de transformación vital radical. Llull se siente llamado por Dios para hacer extensiva su fe a quien todavía no la profesa. Por eso Llull puede ser considerado un místico –a partir de la llamada-, pero también un misionero, en su tarea de extensión de la cristiandad.

Una conmemoración como la de la muerte de Ramon Llull invita al encuentro del homenajeado con las nuevas generaciones. Y un homenaje, cuando funciona, invoca lecturas y produce lectores. Con la celebración de una efeméride literaria como el 'Any Llull' aspiramos a recuperar, redimensionar, poner al día, en definitiva, lo que en pleno siglo XXI sabemos de Ramon Llull: un caso excepcional en el marco de su tiempo y sus circunstancias históricas.