Análisis

El género está en alza y los Goya se hacen eco

QUIM CASAS

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El perfil del cine español de los dos o tres últimos años ha dado un vuelco considerable. La industria empezó a entender, aunque le costó lo suyo salvo aventuras algo rocambolescas como la emprendida hace tiempo por la ya defenestrada Fantastic Factory, que el género puro y duro, tal como se entiende por ejemplo en Estados Unidos, podía ser tan rentable, y de tanta calidad, como el ya ambiguamente denominado cine de autor, y la apuesta por la comedia o por el cine de terror ha sido mucho más rotunda en los últimos tiempos.

De todo ello, por supuesto, debe hacerse eco el organismo que otorga los premios más importantes del cine español, los Goya. No es de extrañar que este año aparezcan entre los cuatro títulos candidatos a la mejor película un thriller de extremada contundencia (y nada velado análisis social y político, por otro lado) como el estimable No habrá paz para los malvados, y un wéstern sobre un personaje mítico, Butch Cassidy, como Blackthorn. Sin destino, una de las rarezas más singulares de las producidas en nuestro país en años.

Si a ello añadimos que la tercera de las cuatro películas, La piel que habito, es un ejercicio de intriga influenciado tanto por el giallo italiano como por la fantasmática Ojos sin rostro, de Georges Franju (al margen de que suponga el retorno de Pedro Almodóvar a la fiesta de la Academia), el abanico genérico queda notablemente abierto. En esta situación, solo La voz dormida apela un poco al cine «de antes», la enésima reflexión sobre la posguerra española y la imposibilidad de reconciliación entre el bando que venció y el que fue derrotado. Una muestra de cine añejo en un contexto de modernización.

Pero es que además, una película de ciencia ficción gélida e ingrávida, Eva, se coloca entre las más nominadas --aunque no en la categoría de mejor película: de estar esta y no la de Benito Zambrano, la apuesta por el cine de género habría sido absoluta--, y los cuatro actores que se disputarán el Goya a la mejor interpretación masculina también lo harán por su pertenencia al cine de género: el inquietante cirujano plástico Antonio Banderas de La piel que habito, el policía embrutecido y corrupto José Coronado de No habrá paz para los malvados, el sádico portero que penetra cada noche en el piso de una inquilina al que da vida Luis Tosar en Mientras duermes y el ingeniero cibernético Daniel Brühl de Eva. Cuatro rostros, cuatro personajes, esculpidos sobre las nociones clásicas del cine de género (thriller, terror, fantasía, ciencia ficción) para demostrar una pujanza que parece no será, afortunadamente, flor de un día.

Sorprende, en todo caso, la exclusión de algunas de las propuestas más atrevidas del último año, caso de Los pasos dobles de Isaki Lacuesta, Concha de Oro en San Sebastián, aunque sí aparece entre las candidatas al mejor documental El cuaderno de barro, que es el complemento perfecto del otro filme.